La última parte de la Administración Joe Biden puede ser una pesadilla para el actual mandatario y el Partido Demócrata. Es que el oficialismo podría sufrir un durísimo golpe en las elecciones de medio término, quedando ambas cámaras en manos de la oposición republicana. En lugar de desesperarse y comenzar con manotazos de ahogado, como ya hizo Hillary Clinton anticipando un eventual fraude de la “extrema derecha” para 2024, los demócratas deberían aprender de sus errores y pensar a futuro.
- Lea también: Bernie Sanders molesto con el Partido Demócrata: «No hacen lo que deberían»
- Lea también: Demócratas se aferran al aborto para intentar ganar las elecciones
Rhode Island, California, Oregon y Nueva York, bastiones históricos de la socialdemocracia, podrían arrojar resultados novedosos en las próximas legislativas. De esta manera, el virtual empate del Senado y la cómoda situación en la Cámara de Representantes es cada vez más incierta. No son pocos los analistas que aseguran que Biden deberá lidiar con una oposición fuerte, de corte mayoritariamente trumpista, liderando el todo parlamento.
Sería un grave error analizar la debacle demócrata actual por los últimos meses de gobierno. Desde hace un tiempo, sobre todo con la irrupción de Donald Trump, la socialdemocracia norteamericana eligió el contraproducente camino de la polarización, degradando al histórico partido a un mamarracho cuasi kirchnerista. Los referentes del ala izquierdista más ideologizada y radicalizada ganaron espacios de poder en el partido, al punto que el desastre que significa la presidencia de Biden pudo haber sido el mal menor. Cabe recordar que, hasta hace poco, socialistas puros y duros como Bernie Sanders pretendían la candidatura presidencial por el actual oficialismo.
La falta de nuevos liderazgos, y el copamiento de la izquierda dura, dejaron en la primera plana partidaria a personajes como Nancy Pelosi, que esta semana explicó la problemática inflacionaria como si fuera Alberto Fernández. Sí, con ese nivel burdo e impresentable. La actual gestión y el problema institucional del partido pudo haberse evitado si, ante el fenómeno Trump, el Partido Demócrata cumplía el rol de una oposición seria, aunque perdiera una o varias elecciones. La polarización total, que pudo haber dado frutos con el triunfo de la última presidencial, debería dejar una lección a futuro. Donald Trump puede tener un mandato más y luego, gracias a la sabiduría constitucional, deberá irse a alguna de sus mansiones por el resto de su vida. Aunque el Partido Republicano triunfe y gane la mayoría en las dos cámaras, los demócratas deberían pensar a futuro y, si les toca ser oposición en el próximo turno, hacerlo de forma madura y responsable. Será incluso en pos de sus propios intereses en el largo plazo.