El 15 de marzo de 1995, con Carlos Menem en la Presidencia de Argentina, un helicóptero cayó en la provincia de Buenos Aires en un confuso hecho, cobrándose la vida del hijo del mandatario. El piloto de carreras Carlos Menem Jr. falleció con su colega Silvio Oltra, pero el presidente de la Nación en ejercicio no suscribió ninguna de las teorías que discutía la opinión pública. Ni la del accidente con unos cables de alta tensión ni las del atentado. Después de muchos años, en 2014, quien fuera dos veces presidente señaló en una presentación judicial: “Luego de indagar y estudiar los hechos y circunstancias que rodean la causa –aunque inicialmente no fue así– llegué a la conclusión de que la caída del helicóptero y la consecuente muerte de mi hijo fue el resultado de un atentado”.
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Aquel 1995 fue intenso. Menem estaba en campaña por la reelección, que terminó obteniendo por amplia mayoría, pero, aunque no estaba claro lo que había sucedido con la muerte de su hijo, el episodio y las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA daban una sensación de vulnerabilidad. Una semana antes de las elecciones, el “Menemóvil” con el que el presidente recorría el país (como lo había hecho en 1989) llegó a Rosario, donde ocurrió un hecho de extrema gravedad, pero que terminó pasando bastante inadvertido.
En una escena similar a la de Cristina Fernández de Kirchner con sus partidarios en la puerta de su casa, el exmandatario saludaba a un grupo de seguidores en la esquina de Felipe Moré y Gálvez, cuando de repente se escuchan tres disparos. Era el 6 de mayo, ocho días antes de los comicios presidenciales. ¿Denominadores comunes con lo sucedido en Juncal y Uruguay el jueves pasado? Varios. Sobre todo, la negligente custodia oficial. ¿Diferencias? Algunas no menores. De la pistola del atacante, que quiso sin ningún lugar a dudas acabar con la vida del presidente, salieron tres tiros. Además, la reacción de Menem no tuvo nada que ver con la del kirchnerismo en su conjunto. El expresidente dejó actuar a la justicia y dio la orden a su equipo de campaña de que no utilizara el episodio políticamente en la semana previa a las elecciones.
“Desde nuestro lugar, pudimos ver corridas, sensación de pesadumbre. Al principio todo era confusión. Rápidamente se dijo que habían apuntado a Menem con un arma. Pero los periodistas solo vimos el movimiento de la multitud. Nos tomó una sensación de tremenda tristeza, inquietud, angustia. La gente lloraba, estaba afligida, no sabía qué había pasado, cómo estaba Menem. Sólo se sabía que había una persona detenida con un arma”, recordó un periodista que estaba cubriendo la visita del presidente Carlos Menem a Rosario cuando le dispararon.
Finalmente se comprobó que el atacante, un vendedor de churros de 32 años, padecía problemas mentales. El hecho quedó allí y pocos lo recuerdan hoy. Puede que la diferencia de lo ocurrido hace 27 años con lo de la última semana tenga que ver con las distintas situaciones de Menem y CFK. Antes hubo un dirigente político seguro y confiado y en la actualidad hay una vicepresidente que está dispuesta a cualquier cosa para correr el eje del debate lejos de su complicada situación judicial.