Aunque el presidente sigue siendo en lo formal Alberto Fernández, ayer quedó muy claro que hubo un cambio sustancial en el gobierno argentino. El anuncio de Sergio Massa desde el ministerio de Economía, luego de jurar en la Casa Rosada, paralizó al país, como si se tratara de un partido del mundial de fútbol. Hay que reconocerle al nuevo ministro que la atención que generó el evento es algo que no pasaba hace mucho tiempo con una novedad del ámbito político.
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Yendo a lo concreto del contenido de la presentación, se pueden encontrar a grandes rasgos dos aspectos: uno bastante positivo, sobre todo si se toma en cuenta de dónde venimos, y otro que no permite hacerse muchas esperanzas con un cambio de rumbo concreto. Repasamos lo mejor y lo peor que dejó el anuncio de ayer, que a partir de hoy comenzará a tener impacto en las variables económicas argentinas.
Lo mejor del anuncio
En una de las vueltas en el aire que solamente el peronismo puede dar, anoche Sergio Massa barrió de un plumazo con todo el oscurantismo económico conceptual kirchnerista. En poco menos de una hora, el nuevo ministro dio vuelta la página y todas las estupideces ideológicas del cristinismo duro fueron erradicadas del discurso oficial.
Habló de la importancia del orden fiscal, de terminar con la emisión monetaria para financiar el déficit, de la necesidad de corregir con urgencia los subsidios y de la importancia del sector agropecuario como el motor principal de la economía argentina. Al decir todo esto, Massa también mostró lo que no comparte respecto del discurso que mantiene el kirchnerismo, por ejemplo: que no hay problema con los desajustes fiscales prolongados, que la inflación es producto de la especulación de los empresarios ambiciosos, que un gobierno peronista puede y debe fomentar ajuste y, sobre todo, que los productores del campo son los malvados especuladores sojeros.
¿Alcanza con esto para dar vuelta la página y poner a la Argentina en la senda del desarrollo y el crecimiento? Lamentablemente no. Y teniendo en cuenta las pobres propuestas que hizo para revertir el rumbo, no hay demasiados motivos para ser optimista
Lo más flojo de la presentación
Sin lugar a dudas, lo peor de la presentación de ayer fue la ausencia de un plan general de reformas. Aunque adelantó algunas herramientas concretas para salir de la urgencia, como la posibilidad de adelantar las liquidaciones del sector agropecuario para conseguir divisas, los problemas estructurales que hacen inviable económicamente a la Argentina siguen en el mismo lugar de siempre.
No hubo anuncio de reforma laboral, ni de apertura al comercio internacional, tampoco se habló sobre recortes en la presión impositiva agobiante y quedó en evidencia que el ajuste lo pagará solamente la gente de a pie y no la política. Lo único concreto, similar a lo ocurrido en la época de Mauricio Macri, fue la claridad en las modificaciones a los subsidios energéticos. “La casta”, como dice Javier Milei, por ahora no recorta ninguno de sus privilegios.
Es probable que el cambio de discurso y estilo genere mejores expectativas en algunos agentes económicos, sobre todo si tenemos en cuenta que la última ministra pensaba que el capitalismo era un sistema de opresión machista y que los que viajaban al exterior eran responsables del desempleo en el país. Sin embargo, lo poco anunciado, por ahora no es suficiente para un cambio de rumbo en Argentina.