El ingreso de Sergio Massa como “superministro” de Economía, Agricultura y Producción generó una serie de impactos importantes en el gobierno, que requirieron los lógicos reacomodamientos de funcionarios. Algunos se fueron por viejas diferencias con el nuevo hombre fuerte del peronismo y otros tuvieron que despedirse por las consecuencias previsibles de los movimientos políticos. Sin embargo, la dinámica con la que se dieron los hechos, hizo que algunos de los cambios se dieran en circunstancias bochornosas.
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La unificación de las carteras de Economía con Producción y Agricultura con la llegada del superministro tuvo, como primera secuela, que tres ministros tengan que dejar el cargo. La ahora extitular de la cartera de Economía, Silvina Batakis, estaba tratando de retornar de Washington, luego de su reunión con el Fondo Monetario Internacional, cuando se enteró que su nombre formaría parte de la lista de efímeros ministros de Economía argentinos. No hay que olvidar tampoco la impresión de los funcionarios del FMI que se enteraron que la persona con la que se acababan de entrevistar ya no estaba en el puesto, pero bueno, peor fue la sorpresa que se llevó el ahora extitular del Banco Nación, Eduardo Hacker.
Es que, tomar el ministerio que nadie quería luego de la salida de Martín Guzmán, y hacerse cargo de la devaluación que generó la falta de confianza en Alberto Fernández debía tener algún premio político y el banco del Estado siempre es una buena opción para estos casos. Hecker, que no tenía idea de lo que estaba a punto de suceder, estaba por subir al escenario en un acto en el interior del país, para presentar una nueva tarjeta. Casualmente, un teléfono celular lo estaba grabando en el momento exacto cuando leyó que Batakis ocuparía su puesto. Sin poder disimular, el ahora exfuncionario levantó las cejas sorprendido, guardó el dispositivo y subió a cumplir con el compromiso que tenía.
El breve ministerio y el delirante retorno a la embajada
Daniel Scioli había asumido como ministro de la Producción el 15 de junio, cargo que lo obligó a abandonar la Embajada en Brasil que ocupaba desde hace dos años. El retorno al país del exgobernador y candidato a presidente en 2015, además de buscar algo de oxígeno para un gabinete desgastado, significó el inicio de una nueva precandidatura presidencial del peronismo. Aunque hasta le hicieron un acto de instalación en la agenda nacional, el sacudón que generó la salida de Guzmán volvió a devaluar las acciones del oficialismo, haciéndole perder a Scioli el protagonismo que generó su retorno al país.
Pero en Argentina, tal como dice la canción, “cambia, todo cambia”, Scioli se encontró con un escenario inesperado hasta hace solamente algunas horas. Ante la incompatibilidad de continuar como subalterno de Massa, el exembajador de Brasil, que había abandonado ese cargo hace un mes, ahora se convirtió de nuevo en el flamante embajador argentino en Brasil. Sí, otra vez. Seguramente, todavía ni haya podido realizar la mudanza y sus pertenencias continúan allá. Cabe destacar que, hasta ayer, el país no había tenido tiempo ni de nombrar a su sucesor, así que asumirá el cargo a manos del Encargado de Negocios, que estaba temporariamente desempeñando el puesto. Bolsonaro, contento. Es que el peronista, de perfil pragmático, se había hecho amigo del presidente de Brasil, que no cuenta con muchos interlocutores con el gobierno kirchnerista, al que critica de forma permanente.