No hay que ser un suspicaz analista político como para darse cuenta que la coalición de gobierno en España está absolutamente acabada. Las elecciones regionales que van teniendo lugar a lo largo del país antes de los próximos comicios nacionales dejan en total evidencia el divorcio entre la ciudadanía española y el frente del Partido Socialista y Podemos. Lejos de buscar revertir la situación, el gobierno parece empecinado en mantener las iniciativas que los llevaron a esta instancia, y que seguramente ni representan a la mayor parte del electorado tradicional del PSOE. ¿Cuál es la última joyita de la coalición izquierdista de España? El cambio de sexo en el documento para menores de edad desde los 12 años.
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Aunque todavía falta el aval del Parlamento, donde seguramente veremos acalorados debates, sobre todo con la bancada de Vox, el Poder Ejecutivo presentó esta mañana en conferencia de prensa la polémica iniciativa. La encargada de presentar el proyecto a los medios fue la “ministra de Igualdad”, Irene Montero. De aprobarse en el Congreso, a partir de los 12 años, sin necesidad de ningún documento respaldatorio de médicos, psicólogos o psiquiatras, los niños españoles podrían pasar de mujer a hombre o viceversa en la documentación oficial del Estado. Solamente necesitarán el acompañamiento de los padres hasta los 16, ya que, a partir de esa edad, podrán hacerlo de forma independiente. La iniciativa fue denominada por el oficialismo y por las organizaciones que la impulsan como la “Ley Trans”.
“Por fin, cumpliendo con el compromiso con las personas LGBT, y con el conjunto de la sociedad, la Ley Trans llega al Congreso antes del verano como nos habíamos comprometido”, anunció hoy Montero. Sería interesante saber si, realmente, esta iniciativa es una preocupación “del conjunto de la sociedad”. A juzgar por el desempeño de los partidos de gobierno en las elecciones regionales y en las encuestas nacionales, las prioridades de la mayoría de los españoles pasan por otro lado.
En Argentina, el último censo nacional reveló un dato que dejó a contramano al Frente de Todos. Aunque la consulta nacional se propuso, entre otras cosas, para saber más de la identidad sexual de los argentinos, solamente el 0,12 % de los encuestados dijo no sentirse representado por el encasillamiento tradicional de hombre y mujer. Según se vio en las redes sociales, más de uno lo hizo como broma ante la indignación de la pregunta, por lo que el porcentual total es incluso menor.
Sin embargo, como ocurre en España, el gobierno sigue empecinado y Alberto Fernández habla de manera ridícula en “lenguaje inclusivo”. Esta mañana, una encuesta reveló que el 70 % de los argentinos está abiertamente en contra de esa estupidez. Es decir, un porcentaje importante del peronismo y el kirchnerismo tampoco quiere saber sobre el tema.
Lamentablemente, estas iniciativas parecen limitarse a la necesidad del impacto supuestamente disruptivo que generan. Aunque la izquierda feminista (y también la derecha reaccionaria) se indignen, a esta altura del partido no hay razón alguna para que el documento de identidad tenga señalado el sexo del ciudadano. En su momento, la mención era una herramienta más de identificación, algo completamente irrelevante para los momentos que corren.
Los Estados ya poseen todas las herramientas para identificar con absoluta precisión a los individuos, hasta con los datos biométricos que ya hicieron que la tradicional huella digital sea una cosa anticuada. Sería más lógico dejar de indicar el género en la identificación y se terminó lo que se daba… pero no. La política parece interesada en perder tiempo en estos debates absolutamente estériles.