Esta mañana, el presidente argentino, Alberto Fernández, aterrizó en Múnich. Representará a la CELAC en la cumbre del G7, pero también (o, sobre todo) intentará vender a su país como la tierra prometida, ante las necesidades de la guerra. Sin embargo, el operativo cuenta con importantes contradicciones en el pasado reciente. No hace mucho, Argentina fue el país que le ofreció a Vladímir Putin el camino para incrementar la influencia en la región. Hoy, Fernández busca borrar con el codo lo que escribió con la mano.
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Hay que reconocerle al mandatario que, en su país, la impunidad absoluta que lo caracteriza pudo más que la coherencia del archivo. Fernández fue electo presidente de la mano de Cristina Kirchner, luego de cuestionarla duramente durante tres años en todos los canales de televisión. Habrá que ver si Europa le deja pasar, en el marco de las necesidades, sus contradicciones extremas en materia de política internacional.
La historia reciente del Viejo Mundo cambió radicalmente el pasado 24 de febrero, con la invasión rusa a Ucrania. Exactamente 20 días antes, Alberto Fernández se reunía con Putin en el Kremlin y le ofrecía al presidente de Rusia su país, para que oficie como de “puerta de entrada” a América Latina. En una presentación ante la prensa internacional, Putin resaltó que ambos países tenían la misma agenda con relación a la coyuntura global. Días después, los tanques rusos ingresaban a Ucrania y Fernández se arrepentía de la pésima estrategia en materia de alianzas.
Como si nada hubiese pasado, durante los próximos días, Fernández intentará mostrarse como el aliado ideal para paliar las necesidades europeas. Ofrecer los productos agropecuarios que le aporten divisas al país (en el marco de una necesidad extrema de dólares, euros o cualquier cosa que no sean pesos del Banco Central) y un gas que tenemos debajo de nuestro suelo, pero que por aquí no tenemos el capital como para extraerlo. Es que la política de subsidios del kirchnerismo aniquiló la inversión en el sector y es por eso que tenemos que importarlo usualmente de Chile o Bolivia bastante caro. Lo peor es que los argentinos nos creemos los más “vivos” del mundo.
El tema es que esa “viveza criolla” puede que no aplique demasiado fuera de las fronteras argentinas. El mismo presidente que intentará vender los productos agropecuarios es el mandatario que desde América Latina boicotea el tratado de libre comercio con la Unión Europea, con la proteccionista Francia de Macron de aliada. Si el acuerdo hubiese entrado en vigencia como pretendía Mauricio Macri, hoy, Fernández ni debió haber viajado para buscar ubicar nuestros productos. Los mecanismos ya hubiesen estado en vigencia y aceitados hace bastante tiempo.
Sin embargo, el proteccionismo industrial (si se puede llamar industria lo que tiene Argentina) pudo más y aquí estamos: con una histórica oportunidad perdida e improvisando. Veremos cómo le va a Fernández intentando vender, pero sin comprar nada de lo que ellos ofrecen.
Acompañan al mandatario en la gira el canciller, Santiago Cafiero; la vocera, Gabriela Cerruti; la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que por estas horas decide su cambiante lealtad entre los divorciados Alberto y Cristina.