
Parece una película de terror. Pero no, es parte de la realidad de un gobierno absolutamente agotado, que tiene que apelar a manotazos de ahogado para ver cómo llega al año próximo. El encargado de reemplazar a Matías Kulfas en el ministerio de Desarrollo Productivo, luego de su enfrentamiento con Cristina Kirchner, es Daniel Scioli. Sí, la cara de la derrota del kirchnerismo en 2015 ante Mauricio Macri, seguramente por el comisario político que le puso CFK en la fórmula. Recordemos que Kirchner lo obligó a compartir la boleta con Carlos Zannini. Fiel a su estilo desde 2003, en aquella oportunidad Scioli no dijo ni una palabra. Ahora retorna, seguramente para continuar con la obsecuencia que lo caracteriza desde hace dos décadas.
El exmotonauta entró a la política de la mano de Carlos Menem en los noventa. Por entonces, y hasta el final del mandato del riojano, el deportista devenido en político defendió el programa (que ahora denominaría “neoliberal”) hasta las últimas consecuencias. Para el que no recuerda sus posiciones hacia finales de la década maldita, un video de aquellos días lo muestra avalando, con más convicción de lo que lo hace ahora, la ley de la convertibilidad, las privatizaciones y las desregulaciones. Todo el decálogo odiado por el espacio político al que le vendió su alma.
Aunque muchos no lo tengan presente, hace 19 años, Néstor Kirchner fue la última carta que jugó un Eduardo Duhalde enfrentado con Menem, para evitar el retorno del expresidente. El exgobernador bonaerense y presidente de la transición quería a Carlos Reutemann (otro exdeportista que llegó a la política con Menem), pero el corredor de autos no quiso traicionar a su mentor político y competir contra él.
Con el santacruceño de candidato, la propuesta de la fórmula fue para Scioli, que no dudó en cambiar de barco, abandonando el noventismo neoliberal, para subirse al proyecto prochavista. Apenas asumió Kirchner, Scioli supo lo que le esperaba: el flamante presidente le echó a toda su estructura en la secretaría de Deportes, solamente para que no tenga ideas raras de independencia política. Más de un allegado a la Casa Rosada asegura que el vicepresidente fue a protestar y el jefe de Estado, como señal de humillación, se negó siquiera a atenderlo.
Así transcurrieron los años del primer kirchnerismo: entre la obsecuencia de un vicepresidente vaciado durante el gobierno de Néstor y como gobernador de la provincia de Buenos Aires en el mandato de Cristina. Cuando la actual vicepresidente se tuvo que ir, le dijo a Scioli que sería el candidato para competir contra Macri en 2015. Volviéndolo a humillar, le puso a su mano derecha como compañero de fórmula, en un adelanto de lo que ella terminó siendo para Alberto Fernández en 2019.
Con un kirchnerista de paladar negro de vice, Scioli perdió contra Macri y recién pudo retornar al Estado como embajador en Brasil con el triunfo del fallido Frente de Todos en la última elección. Ahora, sin cartas para oxigenar el gabinete, CFK lo vuelve a traer al país para que ocupe el espacio de un funcionario que no le respondía.
Todo parece indicar que el proyecto es para algo más a largo plazo: en el peronismo reconocen que Scioli podría estar en la fórmula para las próximas presidenciales. CFK ya sabe que el hombre es garantía de confianza. Está dispuesto a hacer cualquier cosa. Y ya empezó a mostrar la obsecuencia de siempre. En su presentación, el flamante ministro, que parece sacado de la película de El regreso de los muertos vivos, dijo sin ponerse colorado que en Argentina “no hay cepo”, sino una “administración responsable”. Lamentable…
.@danielscioli dice que en Argentina "no hay ningún tipo de cepo ni super cepo. Lo que hay es una administración responsable".
Le viene a hacer competencia a sarasa @Martin_M_Guzman. pic.twitter.com/135WY7smHV
— Avanza Libertad (@AvanzaLibertad_) June 15, 2022