De mal en peor. Luego de evitar siquiera mencionar a Rusia y de evitar responsabilizar a Vladímir Putin como responsable de la tragedia de Europa del Este, ahora el papa Francisco dice que la invasión pudo haber sido culpa de la OTAN y de Ucrania. En su opinión, la guerra repudiada por occidente “quizá fue provocada”.
En un intercambio con los directores de las revistas europeas de la Compañía de Jesús, que fue transcrito hace pocos días, la máxima autoridad del Vaticano señaló que el mundo está en lo que podría denominarse una “Tercera Guerra Mundial”, pero que el conflicto no es culpa de ningún agresor puntual. Pidió buscar conflictos más complejos y ambiciones cruzadas internacionales.
“Hay que alejarse del patrón normal de que Caperucita Roja era buena y el lobo era malo. Está surgiendo algo global, con elementos muy entrelazados”, señaló. No hace falta ser un intérprete especializado del pensamiento del Sumo Pontífice para darse cuenta que el religioso argentino se suscribe a la tesis que justifica a Rusia y su inadmisible invasión en territorio ucraniano.
“Se me ocurrió decir que estábamos viviendo una Tercera Guerra Mundial en pedazos. Ahora, creo que se ha declarado la Tercera Guerra mundial. Y este es un aspecto que nos debería hacer reflexionar. ¿Qué le está pasando a la humanidad que ha tenido tres guerras mundiales en un siglo?”, lamentó el papa. En lugar de filosofar sobre abstracciones, la Iglesia Católica podría preguntarse cómo llegó semejante personaje a ejercer su máxima representación.
Para justificar su polémica posición con respecto a Rusia y Ucrania, sin nombrarlo, Francisco hizo referencia a una visita que recibió por parte de un presidente que también justificó la invasión. “Están ladrando a las puertas de Rusia. No entienden que los rusos son imperiales y no permiten que ninguna potencia extranjera se les acerque”, le dijo este jefe de Estado, crítico de la OTAN.
Bergoglio, para tratar de desmarcarse de una supuesta posición prorusa, dijo que sería “simplista” argumentar que él está en favor de Putin. “Estoy simplemente en contra de reducir la complejidad a la distinción entre el bien y el mal sin pensar en las raíces y los intereses más complejos”, señaló.
Al menos, el papa de a poco se anima a ir blanqueando su posición ambigua. Hace poco le preguntaron los motivos de su negativa de mencionar a Putin. En aquella oportunidad se excusó, al buen estilo peronista, diciendo que no le corresponde mencionar y juzgar a los jefes de Estado de los países.