La coalición opositora de Cambiemos, que nació allá por 2015, ha logrado mantenerse junta hasta hoy. Un mérito no menor para la política argentina. Sin embargo, no estamos hablando de un noviazgo o matrimonio, que logra superar las vicisitudes de la vida y la rutina. Se trata de un frente político, que tiene que dar soluciones a los desafíos que un país en crisis necesita. Y ahí sí que la alianza del PRO, la UCR y la Coalición Cívica fracasó: en el ámbito económico gobernando y, ahora en la oposición, no puede tener un diagnóstico claro sobre lo que habría que hacer —llegado el caso de retornar al poder el año próximo—. No cabe ninguna duda que el principal problema conceptual del frente está en las ideas económicas del radicalismo. Ahora, una insólita discusión histórica le está brindando a Mauricio Macri una oportunidad única: la de poder romper Juntos por el Cambio de una vez por todas.
En una inusual reflexión histórica reciente, el expresidente señaló que el populismo no comenzó con el peronismo, sino con Hipólito Yrigoyen. Su comentario es tan certero como sospechoso. Fue en aquel proceso previo al golpe de 1930 que la ola estatista y personalista comenzó a golpear en Argentina. Pero también es un hecho que su comentario fue bastante innecesario. Bien podía decir que todo comenzó “antes de Perón”, pero decidió poner el dedo en la llaga.
Con todos los problemas que tiene el país, los socios de la coalición también podían ignorar el comentario. Sin embargo, lo trajeron al centro del debate político, como si fuese una cuestión de vida o muerte. Gerardo Morales le contestó con una carta abierta y le dijo que si pensaba romper Juntos por el Cambio, que lo haga de una vez. Parece que de este lado también habían muchas ganas de levantar el guante.
Así están hoy: amenazando con la ruptura definitiva después de siete años de sociedad política.
Muchos argentinos que padecen al kirchnerismo insisten con una supuesta ampliación de JxC, incluyendo al diputado libertario Javier Milei. Sin embargo, esta gran coalición, que tendría los números necesarios como para ganar la elección, no puede materializarse de ninguna manera. Es que el radicalismo no piensa aplicar el recetario liberal que predica Milei (ni siquiera parece dispuesto a acompañarlo legislativamente) y el legislador tampoco quiere pertenecer a un espacio socialdemócrata, donde no podría desarrollar su plan de gobierno.
Sin embargo, Milei ya reconoció que aceptaría un frente con Macri, Patricia Bullrich y los peronistas del espacio, como Miguel Ángel Pichetto. Tanto liderando, si le tocara a él, como acompañando, en el caso de perder una primaria. Esa coalición, a pesar de tener grandes desafíos por delante, al menos tendría una oportunidad. La continuidad de Juntos por el Cambio, como está planteado hoy, no tiene ningun chance de éxito.
Aunque es absolutamente hipotético, de surgir tres coaliciones en lugar de dos (la de centro derecha, una socialdemócrata y el Frente de Todos), no sería llamativo que el fuerte sacudón al tablero político impacte también en el peronismo, quebrándose entre el kirchnerismo y una variante más moderada. De acomodarse las piezas en esta dirección, con cuatro cuartos de cara a la elección, Argentina conseguiría dos grandes logros juntos: el surgimiento de una coalición con chances de generar las reformas necesarias para cambiar la historia, pero también la desaparición del kirchnerismo, como un espacio de poder, que se sigue nutriendo de la columna vertebral que le ofrece el peronismo.