Desde 2003, el kirchnerismo ha dado las respuestas más insólitas, infantiles y delirantes en materia económica y con relación a la teoría monetaria. Cabe recordar que, durante el nefasto ciclo de 678, el filósofo Ricardo Forster dijo que la inflación era la evidencia lógica que el pueblo estaba feliz, ya que la gente, en su felicidad total por el proceso político que atravesaba la Argentina, “estaba dispuesta a pagar más”. Aunque resulte mentira, eso se dijo en la televisión pública. Claro que de aquel programa lo único que quedó fueron los juicios al Estado de los panelistas y conductores que se consideraron “despedidos” cuando el ciclo dejó de transmitirse con la llegada de Mauricio Macri al poder.
Recuerdo esa frase de Ricardo Forster "la inflación es producto de la felicidad de la gente, pues en su alegría está dispuesta a pagar más"
— Jorge R. Enríquez (@enriquezjorge) April 28, 2016
Pero, aunque sea difícil mantener el nivel de delirio sobre el tópico en cuestión, la inflación que no da tregua (y se mantiene e incrementa mientras van pasando los fracasados secretarios de Comercio que buscan controlar los precios) permite que los voceros oficiales sigan diciendo estupideces en televisión. El que hizo el ridículo ahora fue el actor Gerardo Romano, que encontró otra justificación insólita para explicar la devaluación del peso ante todos los bienes y servicios de la economía.
Ante un interlocutor que hacía lo que podía, pero que no contaba con las herramientas mínimas como para refutar los argumentos del actor, Romano aseguró, sin ponerse colorado, que la inflación comenzó con el paro del campo, en los días del conflicto de la 125. Luego que el conductor le reconociera que con Néstor Kirchner la inflación estuvo medianamente controlada, pero que todo se desmoronó con Cristina, el actor manifestó:
“Pasa que la oposición hace su trabajo. Después en 2008 vino la 125”, dijo sobresaltado. “¿Cuándo renace la inflación en Argentina? ¡Con los hijos de puta de los productores que desabastecieron al pueblo argentino!”, aseguró muy impunemente.
Lo que el conductor y los panelistas no supieron explicar, es que la inflación “controlada” de la primera etapa del kirchnerismo no fue más que el proceso siguiente a la devaluación, combinado con un excelente contexto internacional. El valor de la soja estaba entre cuatro y cinco veces más de la crisis de 2001 y la maquinita del Banco Central recién empezaba a imprimir billetes luego de una década de convertibilidad, donde el monopolio monetario era una especie de caja de conversión. Es decir, cualquier presidente hubiera atravesado sin inconvenientes el proceso 2003-2007. Todo lo que pudo hacer mal Néstor Kirchner, lo hizo.
Pero para Gerardo Romano, lo único que pasó después fue una protesta del sector agropecuario por las retenciones móviles. Desde entonces, en su cabeza infantil, Argentina padece una gravísima problemática inflacionaria. Afortunadamente, una encuesta reveló que más de un 60% de los argentinos considera que la inflación es un fenómeno monetario. Romano está en el ínfimo porcentual de los abanderados de la teoría de “los formadores de precios”.