Aunque la prensa nacional siga insistiendo con la novela de Javier Milei y Juntos por el Cambio, lo cierto es que es un desenlace imposible. Pareciera que los periodistas acá están presos de una lógica que primó hasta el momento en la política argentina, pero que el diputado libertario rompió con su irrupción. La historia está llena de amontonamientos políticos que ganaron y perdieron elecciones, pero que se conformaron exclusivamente por necesidad. Desde la fallida Unión Democrática contra Juan Domingo Perón (que amalgamó a todos, desde la Embajada de Estados Unidos y al Partido Comunista) a la Alianza de Fernando de la Rúa contra el Justicialismo. Más recientemente, el Frente de Todos que “amigó” a Sergio Massa, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, dejó la última experiencia de rejunte electoral.
Hayan sido coaliciones peronistas o antiperonistas, las que lograron triunfar en las elecciones, fracasaron estrepitosamente en la gestión, producto de los graves desencuentros y contradicciones conceptuales.
Aunque todas las encuestas muestren que los seguidores de Juntos por el Cambio votarían un eventual frente con Milei, y lo mismo harían los seguidores de La Libertad Avanza, y que esa coalición ganaría en primera vuelta, lo cierto es que nada de eso va a pasar bajo ningún punto de vista. Los únicos que estarían dispuestos a semejante experimento son Patricia Bullrich y Mauricio Macri, que, en cierta manera, y a pesar de ser dos de los principales protagonistas de la historia, parecen no comprender del todo lo que está pasando. De ahí el papelón de entre ayer y hoy con el comunicado bochornoso de la coalición, del que la misma exministra de Seguridad salió a despegarse esta mañana.
Javier Milei no va a ir ni a la esquina con la Unión Cívica Radical, ni con la Coalición Cívica. Es que su capital político es su coherencia y el mismo diputado se encorsetó en un marco ideológico claro que no puede traicionar. Si la intransigencia liberal lo llevó a lo más alto de las preferencias del electorado, ¿por qué habría que cambiar de estrategia ahora? La apuesta de Milei es a todo o nada. O llegan sus ideas a lo más alto del poder político para hacer las reformas prometidas o queda en el camino y, como él dice, se vuelve a la casa.
No hay “valija” que le pueda ofrecer la corporación política para correrlo del medio. Solo los entendidos en la Escuela Austríaca, que el economista predica, comprenderán que Milei no hace nada de esto por altruista. Es que conseguir su objetivo, para él, es más valioso y redituable para su amor propio que lo que le pueda pagar Horacio Rodríguez Larreta con su casi irrestricto presupuesto. No soy yo el que dice que el intendente porteño se maneja así. Su propio aliado actual, Martín Lousteau, dijo que el jefe de Gobierno, “todo lo que puede comprar, lo compra”.
Del otro lado tampoco hay interés en el menjunje. Los cuadros más ideologizados de la Unión Cívica Radical están espantados con las reformas que promueve el diputado libertario. Aunque no lo reconozcan, sus ideas no difieren en nada del programa económico ideal del kirchnerismo y de la organización del Estado que plantea el peronismo. Aunque se dicen republicanos y democráticos, sus acciones los muestran como estatistas y dirigistas sin remedio. De haber un próximo gobierno de gestión más “liberal”, serán los radicales los primeros que pongan los palos en la rueda. Estén en el oficialismo o en la oposición.
Por el lado de los “lilitos” que responden a Elisa Carrió, y los “amarillos” Vidal y Larreta, ahí directamente hay poco de convicciones ideológicas. Sin embargo, no conciben la política y la administración del Estado como lo propone el espacio libertario. No por motivos ideológicos, sino por intereses políticos. El intendente capitalino no puede hacer política sin abusar del presupuesto municipal, para, valga la redundancia, hacer política. El hecho que Milei insista en todos los foros con la estafa que significa la gestión pública de “las palomas” hace que personajes como Vidal o Larreta lo desprecien más que al mismo kirchnerismo, que en estas circunstancias les sirve de aliado.
Todas estas cuestiones son bastante explícitas y no hay que ser un analista profesional como para advertirlas. Queda, sí, para la duda la motivación de Macri y Bullrich, que siguen especulando con algo que deberían saber que no ocurrirá jamás. ¿Apuestan a desgastar a Milei? ¿Pretenden ganar tiempo? Igualmente, ambos ya pagaron el precio de tomar distancia de un fallido comunicado, del que ellos mismos fueron parte.
Aunque los medios hoy hayan dicho que Bullrich no pudo participar del acuerdo volcado en el comunicado de ayer, supuestamente por llegar tarde, lo cierto es que la exministra, básicamente, se arrepintió. Ayer mismo, luego de la reunión, aseguró que el capítulo Milei estaba cerrado. Nos pasa a todos, a veces aceptamos algo de lo que luego nos arrepentimos. Pero lo cierto es que, tanto Macri como Bullrich, avalaron las condiciones que les puso Gerardo Morales arriba de la mesa hace apenas unas horas. Lo único que lograron con este papelón es subirle el precio al diputado liberal. Lejos de mostrar la foto y el documento de la unidad, se mostraron tan contradictorios como desesperados. Lo peor que podían hacer en esta etapa preelectoral, con las acciones de Milei en alza en todo el país.
Aunque el documento, del que ya no quedó nada, afirmaba que Milei apunta a quebrar el frente, lo cierto es que, lejos de hacerle el juego al kirchnerismo, sería la única apuesta que podría dejar atrás definitivamente a CFK. Si vuelve la misma versión de JxC 2015-2019, el fracaso es completamente previsible. Son los mismos dirigentes de la UCR y de la CC quienes dejan en claro todos los días que no piensan hacer nada de lo que realmente es necesario llevar a cabo en la Argentina.
Para que Argentina pueda revertir el proceso de decadencia actual, hay que hacer lo que dice el espacio liberal. Y presentar esa propuesta en las próximas elecciones, lejos de “hacerle el juego al kirchnerismo”, es dar el primer paso en la dirección correcta. Ilógico es decir que postularse a los comicios con esas banderas es jugar para Cristina. En realidad, lo es hacerlo con un espacio que propone ejecutar lo mismo que ya viene fracasando hace décadas y generando el retorno del más bruto populismo.