
El primer voto dividido en un tema clave y la implosión definitiva de la coalición peronista llegó muy tarde como para que se reorganicen las piezas dentro del mandato y muy temprano como para disimular que no pasa nada. Con un año y medio por delante, Alberto Fernández deberá lidiar con la oposición más fuerte, dentro del frente de gobierno. La novela del quiebre del Frente de Todos resultó tan explícita, que, aunque el peronismo se pueda ordenar para una primaria civilizada para elegir candidato, el electorado ya percibe que se trata de un espacio imposibilitado para conseguir una mínima cohesión de gestión.
- Lea también: Se pudrió todo: para el FMI, los K son el «ala radical de la izquierda» en el Gobierno
- Lea también: El Gobierno argentino dijo que el FMI piensa que la inflación es multicausal
Esta mañana, Andrés Larroque, referente de La Cámpora, blanqueó el nivel de conflicto con el albertismo. “Estamos viviendo un momento de peligrosa autoproscripción de un sector de la fuerza. Acá opina un kirchnerista y es un drama, se rompe la unidad. Cuando alguien cercano al presidente dice cualquier pavada, no ocurre nada”, señaló. El histórico dirigente kirchnerista llamó a “actuar rápido” para combatir la “metralleta del off” (en referencia a los comentarios “off the record”), con la que el sector de Alberto Fernández supuestamente ataca al cristinismo en los medios.
Aturden el silencio y la parsimonia del gobierno frente al ataque al despacho de la Vicepresidenta.
— Andrés Larroque (@larroqueandres) March 12, 2022
Aunque todas las encuestas indiquen que la amplia mayoría del electorado estaría dispuesta a votar por un espacio opositor el próximo año, lo cierto es que lo que pase en el FdT impactará de lleno en Juntos por el Cambio. Si el oficialismo logra presentar una única candidatura, por más golpeados que lleguen, el operativo clamor volverá a ser el de una oposición unificada. Incluso, con los espacios liberales. Pero, más allá del desafío que representan las sólidas presencias de Javier Milei y José Luis Espert, que jugaron “por afuera” con éxito en las legislativas del año pasado, Cambiemos ya tiene varios desafíos internos por atender.
Siguiendo las analogías, y también con respecto a rupturas que llegan en momentos incómodos, el voto negativo de Ricardo López Murphy terminó siendo un dolor de cabeza para la coalición macrista y radical. Patricia Bullrich, supuesta referente del “ala dura” de JxC, lo cuestionó duramente en público. Para la exministra de Seguridad de Macri, el bulldog tuvo una actitud “individualista” incompatible con una coalición parlamentaria.
Más allá de la falacia de Bullrich (dijo que un liberal no puede votar por el default, comprando la tesis kirchnerista que el acuerdo con el FMI, que aumenta impuestos y no reduce burocracia, es el único posible) el problema para la coalición cambiemita es que el voto en solitario de López Murphy entusiasmó más al electorado macrista que el acompañamiento del resto del interbloque al proyecto oficial.
El cortocircuito, y el apoyo de la referente de los “halcones” al acuerdo de Alberto Fernández con el Fondo, terminó posponiendo la propuesta de coalición “no colectivista” de Javier Milei. En varias entrevistas televisivas, el referente libertario habló de un reordenamiento ideológico de cara a las próximas elecciones y reconoció que podría conversar con el espacio que representa Bullrich en Cambiemos, a diferencia del sector de las “palomas” socialdemócratas. Ante la primera de cambio, JxC dejó en evidencia que en la coalición hay mucho más de corporativismo que diferencias conceptuales entre duros y blandos.
Pero, aunque la coalición que sugirió Milei no parezca viable por ahora, lo cierto es que el diputado libertario tiene muy buenos números él solo, incluso más que suficientes como para entusiasmarse con una candidatura presidencial. A diferencia del discurso de cassette de la mayoría de los políticos, que evitan reconocer que se encuentran trabajando en sus postulaciones, Milei ya dijo que está dispuesto, e incluso admitió que está trabajando en su “gabinete en las sombras”, para tener el equipo listo por si llega a tener que hacerse cargo del desastre que es Argentina.