Las décadas del cincuenta y del sesenta transcurrieron en varios países, como los Estados Unidos, con un miedo paralizante, que afectaba sobre todo a los jóvenes: el temor a una guerra nuclear. Con el recuerdo fresco del final de la Segunda Guerra Mundial, y los bombardeos en Nagasaki e Hiroshima (con sus terribles consecuencias posteriores para los sobrevivientes), muchas personas consideraban que era perfectamente posible una catástrofe de esta índole. Sin embargo, desde los últimos años de la Unión Soviética, y sobre todo desde el desmantelamiento del bloque comunista, los fantasmas nucleares pasaron a ser parte del pasado.
Por estas horas, en Francia crece la preocupación sobre un desenlace nuclear, ante un Vladímir Putin aislado con cada vez más presiones internas. En la tarde de ayer, los representantes del gobierno de Emmanuel Macron expresaron ante la agencia nuclear de la ONU la “enorme preocupación” sobre la seguridad nuclear en Ucrania. Es que, al miedo sobre un conflicto de índole nuclear se le agrega la lógica preocupación de un desastre no necesariamente buscado, generado por el conflicto armado, alrededor de una de las centrales de Europa del Este.
El ministerio de Relaciones Exteriores de Francia emitió un comunicado en el que publicaron sus solicitudes formales, y las organizaciones internacionales reconocieron la preocupación y las comunicaciones que se dieron durante los últimos días. Todo esto incrementó el temor en la población francesa, al punto que comenzó a moverse un mercado impensado hasta hace poco tiempo.
Amesis es una de las pocas empresas que lograron capitalizar esta nueva demanda. La compañía ofrece refugios de hormigón armado y pueden entregar los pedidos en un plazo de dos o tres meses. Claro que no se trata de un “seguro” disponible y compatible con cualquier bolsillo. El modelo más económico y básico cuesta 79.000 euros, y cuenta con sistema de ventilación y literas. La empresa, que confirmó que se encuentra trabajando en un pedido especial de 100 metros cuadrados, les ofrece a los clientes la posibilidad de diseñar su refugio nuclear a su gusto.
Uno de los encargados de diseño de Amesis, confirmó a los medios franceses que uno de los requisitos más reiterados de la clientela es el de las pantallas en las paredes, que transmiten imágenes de playas y bosques. También ofrecen techos de led que simulan el cielo abierto.
Artemis, otro emprendimiento que ofrece la construcción de los demandados refugios nucleares, tiene en su porfolio módulos que van desde los 5 metros cuadrados. El más barato cuesta 149 mil euros. Las opciones más sofisticadas con agua, dormitorio, cocina y baño cuestan alrededor de 300 mil euros. Consultados sobre el perfil de los clientes, la gente de la compañía dijo que se trata de un selecto, pero diverso grupo. Desde jubilados hasta diplomáticos, médicos, soldados de alto rango. Aunque no los mencionaron, reconocieron que varios ministros ya pagaron por el suyo.