Evidentemente, las cosas se complicaron más de lo que Vladímir Putin seguramente había pensado. Lo que en las primeras horas de la invasión parecía que sería algo relativamente sencillo, sin intervención de un occidente temeroso por su arsenal nuclear, con el correr de los días comenzó a ponerse cada vez más oscuro para el ruso. Aunque varios países ya están contribuyendo con armamento a la resistencia, las sanciones económicas desarticularon las finanzas rusas que, por estas horas, vive una crisis de índole argentina.
Las imágenes de las personas haciendo fila, desesperadas para hacerse de su efectivo, ya no se asocian exclusivamente con el corralito que Buenos Aires le mostró al mundo en 2001. Los rusos, preocupados por la desconexión global de sus bancos, quieren recuperar su dinero a como dé lugar. Sea en el país que sea, todo sistema basado en la reserva fraccionaria garantiza algo inevitablemente: solamente lo conseguirán los que lleguen primero. El esquema, basado en la confianza, no tiene para todos al mismo tiempo.
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Otro paralelo semejante con las crisis argentinas, que cuando todo estalla improvisa “feriados” cambiarios y bancarios, es el cierre de la bolsa rusa. Luego de un derrumbe de 45%, las autoridades del Banco Central decidieron directamente clausurar las operaciones bursátiles por tres días consecutivos. “El Banco de Rusia decidió no reanudar la negociación este 2 de marzo de 2022 en la Bolsa de Moscú en la sección del mercado de valores”, informaron esta mañana mediante un comunicado oficial.
Pero lo más representativo es que el rublo se ha devaluado tanto que ya se cotiza por debajo del golpeado peso argentino, que no quiere nadie en ningún lugar del mundo. Tras la última caída de 30 % de su valor, si utilizamos un peso emitido por el Banco Central de la República Argentina nos alcanza para comprar un rublo y nos sobran quince centavos. Todo indica que la brecha será aún mayor.
No sería de extrañar que en el marco de alguna justificación kirchnerista, algún funcionario argentino tenga la cara dura como para decir que estamos mejor que la gran potencia de Europa del este.