La figura de Patricio Fontanet, que luego de recuperar su libertad tras la tragedia de Cromañón, sigue siendo polémica. Algunos responsabilizan a los integrantes de Callejeros por el siniestro que se cobró la vida de 194 personas y otros consideran que la banda no debe ser culpada. Es por eso, que cada aparición pública de los músicos del grupo es garantía de escándalo y controversia.
Y es que muchas personas, ante la viralización de un video donde critica duramente (o intenta hacerlo) al diputado Javier Milei, recordaron aquella tragedia del 30 de diciembre de 2004, con el argumento que el músico debería guardar silencio por el resto de su vida. Pero la verdad es que sus palabras fueron tan vacías de contenido y carentes de argumento, que revivir aquella tragedia como para criticar a Patricio Fontanet es un sinsentido. Sus dichos, absolutamente bochornosos, merecen la carcajada y el descrédito, sin importar quién es el responsable emisor.
Aunque el cantante tuvo varios dislates económicos, probablemente lo más delirante fue la acusación de nazi. A pesar que todos los postulados liberales están en las antípodas del nacional socialismo, lo que en vida reconoció el mismo Hitler, para Fontanet, Milei se merece el mote. ¿Por qué? Por la cara. El músico, ante el público que se congregó para escuchar sus canciones, dijo que Javier Milei tiene “cara de nazi”, “con ese peinado que está loco”.
Claro que sus dichos podrían pasar desapercibidos, como dicen, por “de quién vienen” y por la nulidad argumentativa de semejante acusación. Pero hay algo serio que sí merece una reflexión. Lo sepa o no (probablemente no, porque seguramente su formación en ciencias políticas sea nula), la acción de Fontanet sí tiene una analogía con la tragedia hitleriana del nacional socialismo. El músico aprovechó una situación de poder y se arrogó la interpretación del sentimiento de la masa (su público) para hacer una manifestación política absolutista con la que todos debían estar de acuerdo por default. No brindó su posición subjetiva, dio por sentadas una serie de cosas siendo la única persona con micrófono, mientras que el resto de los asistentes (que no fueron a escuchar un discurso político) quedaron invisibilizados en su pensamiento y opinión al respecto.
¿Todo el público del concierto pensaba lo mismo? Si uno ve el respaldo que tienen Milei y José Luis Espert entre los votantes más jóvenes, la estadística dice que varias personas en la audiencia no compartirían en lo más mínimo las expresiones vertidas por Fontanet. Es más, no hace falta ver más que los relevamientos de todos los encuestadores para llegar a la conclusión que allí había más de un votante del espacio libertario, que seguramente se sintió incómodo con la situación. Pero a Fontanet (que carga con una gran ignorancia en materia política y económica) no le importó. Aprovechó la posición de ser el único con micrófono amplificado para decir qué está bien, qué está mal y para representar a los buenos de la sociedad. Para el resto, el silencio obligatorio. Su actitud reprochable, sobre todo para con sus mismos seguidores, tiene mucho más de “nazi” que la cara o el peinado de una persona.
Empresas estatales y “dolarizados”
Fontanet, con sus 42 años a cuestas, debería recordar el fracaso de las empresas estatales en Argentina. Entre las barbaridades que dijo en su “discurso político”, el ex Callejeros arremetió contra Milei por reivindicar la década de las privatizaciones.
Los que ya estamos en el rango etario del cantante bien sabemos que, allá por los ochenta, había luz medio día y que los teléfonos de Entel eran el privilegio de unos pocos. Para los jóvenes que ya ni tocan los pocos aparatos “de línea” que quedaron, siempre es bueno recordar que las propiedades podían llegar a valer un 30% más por contar con una línea telefónica. Por esos días se decía que se vendía “teléfono con casa”, en lugar de casa con teléfono. El fracaso de las empresas estatales, que colaboraron con el descalabro hiperinflacionario del alfonsinismo, solo puede ser reivindicado con alguien que no vivió aquellos años o por personas que padecen alguna deficiencia índole intelectual. El número de documento del músico da a entender que se encontraría en el segundo grupo.
Pero lo más gracioso de todo, y que dejó en evidencia que de economía no entiende absolutamente nada, fue la conclusión que sacó si las ideas de Milei llegan a triunfar en la Argentina. Para Fontanet, de cerrarse el Banco Central, el país quedaría dolarizado y solamente se beneficiarían los pocos amigos del economista. La gran mayoría de la ciudadanía se vería empobrecida, porque son los “no dolarizados”.
Lo único que dijo medianamente coherente el músico es que el cierre del monopolio monetario podría ser sinónimo de una dolarización espontánea. Pero esto es lo que eligen los mismos argentinos cuando escapan de las devaluaciones permanentes del peso, no los economistas liberales desde la poltrona del conocimiento. Lo curioso es que las personas que tienen ingresos en dólares, “los dolarizados” según Fontanet, serían los más perjudicados de ir hacia un cambio en esta dirección.
Hoy, los que pueden cambiar en el mercado negro sus dólares de ingresos por pesos argentinos, consiguen cada vez más bienes y servicios por la misma cantidad de dólares. Argentina es baratísima en dólares. Una cena de lujo, que en cualquier lugar del mundo no bajaría de los 300 dólares, en Buenos Aires se consigue por 30. Algo parecido a lo que ocurrió en Venezuela antes de la dolarización parcial de mercado que terminó ocurriendo después. Si se abandona el peso, los más favorecidos serían los asalariados, que comenzarían a percibir sus ingresos en una moneda más fuerte. El resultado de esto es la capitalización y el aumento del valor adquisitivo de los ingresos de las personas, que hoy no poseen ni siquiera la mínima capacidad de ahorro. Argentina dolarizada, por default espontáneo o por dolarización como política establecida, es lo que menos les conviene a las personas que hoy cuentan con algún ingreso en divisas, que dejarán de contar con un privilegio importante con el que hoy cuentan, de vivir en un país barato, pero caro para el resto.
Todo al revés de lo que planteó el cantante, que debería buscar otros foros para emitir sus opiniones políticas y económicas, pero que, sobre todas las cosas, debería estudiar un poquito antes de abrir la boca y decir estupideces.