Se trata de un proceso penal sobre una grave acusación de violación. Casi que lo “natural” sería que la empatía del público vaya con la denunciante, que al momento del hecho tenía 16 años. Sin embargo, la cuestión generó una nueva grieta casi política y la noticia que la justicia de Brasil mandó a foja cero el juicio contra Juan Darthés la celebraron muchas personas en las redes sociales. Lo que a simple vista parece no tener sentido, comienza a comprenderse si uno analiza apenas superficialmente lo que fue todo este proceso, tras la denuncia pública y luego judicial de Thelma Fardin.
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Todo comenzó con una producción audiovisual en 2018, donde la actriz contaba los motivos por los cuales decidió denunciar al actor luego de casi una década de los hechos que sucedieron durante una gira en Nicaragua. Sin embargo, en lugar de una alineación popular general detrás de Fardin, allí nomás las aguas comenzaron a dividirse. Es que, más allá de quienes le creyeron del primer momento, y los que cuestionaron los años de silencio, acusando a la actriz de buscar popularidad y vigencia, el formato de la denuncia pública generó duros cuestionamientos.
En lugar de la clásica entrevista con un popular conductor, o un video casero donde se comparte el testimonio en las redes sociales, Fardin optó por un corto casi cinematográfico. La realización estuvo a cargo de un director profesional, con un relato guionado (que no tiene por qué ser mentira, claro) y se eligió el cuarto de un hotel como locación, para recrear el ambiente del escenario original donde sucedieron los supuestos hechos. Con respecto de aquella noche en Manauga, ambos coinciden que estuvieron solos en el cuarto y que Fardin entró voluntariamente. Ella dice que fue violada y Juan Darthés, que la que se le “insinuó” fue ella. Las versiones vuelven a coincidir cuando alguien entra al cuarto y Fardin sale del mismo.
El apoyo del “colectivo de actrices” terminó de correr el eje de la acusación concreta. El espacio que respaldó a Fardin en el proceso está formado en su totalidad por artistas feministas, políticamente alineadas con el kirchnerismo o la izquierda dura y todas ellas llevan la causa del aborto como propia. En una de las presentaciones en defensa de Fardin, todas las actrices lucían a la vista su pañuelo verde, mezclando cuestiones que nada tenían que ver.
Aunque muchas personas aseguran, casi como si hubieran sido testigos visuales de los hechos, que Fardin fue violada, y otros que es una oportunista mentirosa, lo cierto es que la defensa “gremial” del espacio representado por el feminismo militante terminó generando un sólido grupo de apoyo para ella, pero también un repudio importante de otro sector de la sociedad, donde también hay mujeres no representadas por las supuestas feministas. Ellos y ellas fueron los que celebraron que la justicia de Brasil diga que no hay jurisdicción para el proceso y deje sin efecto lo acontecido hasta el momento.
Para el abogado Fernando Burlando, pareciera que las actrices que acusan a Juan Darthés, en lugar de ir contra él, usan esta excusa como trampolín para arremeter contra “el patriarcado”. La politización de una denuncia parecieran darle la razón. De nuevo, nadie medianamente responsable puede decir, basado en su intuición, que las acusaciones son necesariamente falsas. Sin embargo, la ideologización general del grupo que se embanderó con la causa es responsable de una grieta innecesaria, en lo que tendría que ser una investigación seria e imparcial.
Hay hombres violadores, hay artistas experimentados que aprovechan su posición de poder con chicas jóvenes vulnerables y también hay mujeres inescrupulosas que mienten para sacar rédito en su favor. La historia demostró con procesos serios varios ejemplos de las dos cosas. El que parte de algún prejuicio machista o feminista como marco conceptual a priori, está equivocado.