El gobierno bonaerense tuvo que aceptar la realidad y actuar en consecuencia, aunque deje en evidencia las enormes contradicciones propias. Desesperados, tratando de evitar más muertes por intoxicación a causa de la cocaína adulterada, el ministro de Seguridad y el ministro de Salud emitieron polémicos comunicados que fueron, predeciblemente, carne de cañón para la oposición.
Con 24 muertos confirmados y varios internados, el primero que habló fue Sergio Berni. El funcionario peronista les solicitó a todos los consumidores de cocaína “que la hayan adquirido en las últimas horas”, “que la descarten”. Aunque fue duramente criticado por cuestiones políticas evidentes, la polémica mayor vino después, cuando todo el país ya sabía de la situación y los responsables por poner el producto en la calle fueron desarticulados.
Desde el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires se lanzó una increíble campaña titulada “Consumo Cuidado”, que juega con la idea de “consumo” y de “con sumo”. La iniciativa les pide a los consumidores que tomen ciertos cuidados a la hora de drogarse: que no lo hagan solos, que establezcan un límite y que conozcan la procedencia de la sustancia que consumen.
Anticipate a disfrutar como te gusta, sin poner en riesgo tu salud. Las sustancias psicoactivas pueden modificar tu percepción.#ConSumoCuidado #ReCreo@BAProvincia@JulietaCalmels pic.twitter.com/7CLWUC7YGV
— SaludBAP (@SaludBAP) January 21, 2022
Decirles a los consumidores que deben conseguir una “trazabilidad” responsable, en un producto cuya venta es ilegal, y cuyos proveedores deberían estar presos, es un delirio absoluto. Claro que es reconocer que la gente que desea consumir lo hará de igual manera, pero mantener la prohibición pidiéndole a la gente que indague sobre la calidad del producto prohibido es algo insólito, incluso para los parámetros argentinos.
Pero la hipocresía no se limita al oficialismo. La oposición cuestionó duramente la campaña, aunque sigue defendiendo la idea de la guerra fallida contra las drogas. Para Juntos por el Cambio, el Gobierno debería ser “más eficiente” en la lucha contra el narcotráfico, como para que no pasen estas cosas. Es evidente que su postura no soluciona ni propone absolutamente nada.
Como señaló Milton Friedman: “Las drogas son una tragedia para los adictos. Pero criminalizar su uso convierte la tragedia en un desastre para la sociedad, tanto para los que la usan como para los que no la usan”.
El famoso economista advirtió hace ya muchos años que la prohibición, además de generar las problemáticas evidentes para los consumidores, corrompe todos los estamentos gubernamentales. Toda la evidencia empírica hasta el momento le dio la razón.
Otro prestigioso intelectual de renombre que ha abordado la temática ha sido el argentino Alberto Benegas Lynch (h), que en un comienzo estaba de acuerdo con la prohibición, pero que ante la realidad evidente, cambió diametralmente su posición y hasta escribió un libro al respecto.
En su obra “La tragedia de la drogadicción”, el prestigioso intelectual aborda cuestiones como las frecuentes intoxicaciones y la imposibilidad de corrección de los productos, ya que el mercado negro no permite verificación y los consumidores estafados no pueden acudir a los tribunales para denunciar ningún tipo de fraude.
Como señala el economista, “las legislaciones antidrogas obligan a los consumidores a involucrarse con las mafias” que tienen “márgenes operativos descomunales”. El gobierno peronista de la provincia de Buenos Aires pareciera que ignora todo esto y desea que los consumidores chequeen, como puedan, la calidad de lo que consumen. Un delirio por donde se lo mire.