Un 4 de febrero, pero de 1940, nacía en Nueva York George Andrew Romero. La fecha quedó inmortalizada como el “día del orgullo zombie”, algo que el cineasta nunca imaginó que podía pasar cuando estrenó Night of the living dead en 1968.
Aunque la película fue un éxito total, lejos de engordar la cuenta bancaria de sus realizadores, el largometraje de los muertos vivos que comen carne sirvió para que los cines se hicieran una pequeña fortuna en aquella temporada. Es que, mientras debatían el nombre del título (inicialmente se iba a llamar Night of the flesh eaters), el anuncio sobre los derechos de autor quedó traspapelado en la versión master que tenía el nombre anterior. Es decir, las salas de proyección se vieron en la libertad de no pagar un centavo a los realizadores y quedarse con la totalidad de la taquilla.
Probablemente por eso la proyectaron lo suficiente como para que se corra la voz y termine siendo un éxito total. La producción independiente, que tuvo un costo de poco más de 100.000 dólares, terminó recaudando (para los bolsillos descentralizados) 30 millones de dólares de la época.
Pero, aunque la crítica y la audiencia encantada se concentró en los zombies, la sangre y la acción, para Romero lo importante pasaba por otro lado. Los muertos vivos eran solamente la excusa para mostrar una crítica a la sociedad del momento. Lo mismo hizo el director con los otros dos títulos de la saga original. En Dawn of the dead, película que transcurre en un shopping, la cuestión se trata sobre la sociedad norteamericana consumista a finales de los setenta. En Day of the dead, ya durante los ochenta, el militarismo y sus contradicciones es el foco principal de la cuestión.
Aunque se convirtió en un director de culto, con un par de producciones moderadamente exitosas, el boom que llegó a ver en vida (falleció en 2017) vino de la mano de una remake de Dawn. Aunque Night ya había sido adaptada por su colaborador y maquillador Tom Savini en 1990, la segunda versión del mall de los muertos en 2004 abrió la puerta a la revolución zombie. Es que se trató de una mega producción de Universal Pictures de la mano de Zack Snyder que no podía fallar.
La vigencia y el reconocimiento tardío del público en general hizo posible la segunda trilogía en sus últimos años con Land of the dead, Diary of the dead y Survival of the dead, entre 2005 y 2009. Siguiendo la tradición de siempre, todas las producciones tenían un mensaje claro. En Land la cuestión pasa por las diferencias sociales, en Diary se critica al mundo incipiente de las redes sociales y en Survival, las referencias, como al conflicto de Medio Oriente, son varias.
George A. Romero pudo ver en vida decenas de películas y remakes que partieron de su concepto. Siempre fue generoso con su crítica, pero no por eso dejó de decir lo que pensaba. Con respecto al mega éxito de la serie de The walking dead, el autor dijo que se alegraba por los realizadores (muchos de ellos sus discípulos directos que trabajaron con él), pero que, en su opinión, se trataba de “una novela con zombies”. Es que, en comparación a sus producciones, lo es.
En el “día del orgullo zombie”, que recuerda el natalicio de Romero, sus hijos putrefactos se convirtieron en lo que el mismo criticaba en su clásica Dawn of the dead: un producto de consumo masivo. Igualmente, el cineasta abandonó el mundo en paz. Hacía décadas que no quería cambiar el mundo y se dedicaba a disfrutar de la vida y de sus películas.