La diplomacia kirchnerista tiene poco de diplomática. Desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández, los voceros de su Gobierno encargados de fortalecer las relaciones con otros países en realidad trabajan de militantes políticos de la izquierda, en lugar de oficiar de la representación argentina. El apoyo es irrestricto así los socialistas estén en el oficialismo o en la oposición.
Luego del escándalo de Rafael Biela en Chile, que calificó a José Antonio Kast como “antiargentino” (generando hasta el repudio obligado de Gabriel Boric), su par que presta servicio en Bolivia, Ariel Basteiro, se animó a ir un poco más lejos: participó como expositor en un acto político del expresidente (y mandamás real del país) Evo Morales.
“Siempre es muy bueno estar en la calle, ganar la calle, salir a defender al pueblo estando en la calle. Por eso hoy estamos acá en la ruta y el lunes vamos a estar en La Paz, para mostrarle a Bolivia, a toda Latinoamérica, a todo el mundo, que hay un pueblo movilizado en defensa de la democracia. Que por más que a veces la derecha quiera avanzarnos, vamos a estar para defender los valores que nos llevaron a tener un gobierno como el de Lucho hoy, como el de Alberto Fernández en Argentina, como el de Castillo en Perú, vamos a ver ahora qué pasa con Chile, vamos a esperar también que el compañero Lula vuelva a gobernar Brasil y volver a generar el proyecto de patria grande que tuvimos hasta hace tan poco”.
El poco diplomático que Alberto Fernández y Cristina Kirchner enviaron a Bolivia y con este discurso incrementó el repudio de un número importante de políticos que están en completo desacuerdo con las afirmaciones de Basteiro. Las consecuencias no tardaron en llegar. La oposición, sin medias tintas y con toda razón, pidió “la expulsión” del embajador del país.
“Lo que está realizando Basteiro es injerencia política en nuestro país apoyando al Movimiento al Socialismo en una marcha que ha quedado demostrado que es partidaria”, respondió la diputada Luciana Campero, perteneciente al partido Comunidad Ciudadana. Asimismo, destacó que el representante del Gobierno argentino hizo gala de una burda “injerencia política”, incompatible con sus funciones.
Como resaltamos a diario, lamentablemente, las autoridades políticas argentinas no pueden pasar más de 24 horas sin hacer papelones. En el país y en el exterior.