Las urnas en Argentina dejaron algunos mensajes claros, que la política todavía se niega a aceptar. Por parte del oficialismo a nivel nacional, Alberto Fernández convocó a un acto insólito, donde el peronismo y las organizaciones sindicales se juntaron a celebrar un triunfo literalmente inexistente. En las últimas horas, muchos analistas y psicoanalistas analizaron por la televisión nacional el fenómeno de un mandatario que parece tener serios problemas de negación.
Pero lo cierto es que uno de los mayores referentes de la oposición, el intendente capitalino, Horacio Rodríguez Larreta, parece que también vive de espaldas a la realidad y, sobre todo, a las demandas del propio electorado. En la Ciudad Autónoma, el ABL y las patentes volverán a incrementarse, a pesar que los candidatos a diputados y legisladores de Juntos por el Cambio dieron su palabra de que no aumentarían los impuestos.
El acto de hoy en Plaza de Mayo enojó a los argentinos que se levantan todos los días para ir a trabajar. El comentario más usual en las redes sociales esta tarde fue relacionado a la disponibilidad de tiempo de los manifestantes, que pueden dedicarle un miércoles a la tarde para ir a aplaudir al presidente a la Casa de Gobierno. Con un público en su mayoría de aparato sindical y de “organizaciones sociales”, Fernández dijo: “El triunfo no es vencer, sino nunca darse por vencido”, ante los aplausos de una audiencia que fue a festejar cualquier estupidez que diga el mandatario.
Entre los desvaríos de Alberto destacaron frases como que “la economía argentina es una de las que más crece en el mundo”, que “la industria nacional no para de crecer” y que los aumentos de salario “le ganarán a la inflación”. Fernández se hizo un espacio para criticar a Mauricio Macri y a Javier Milei y dejó en claro que nada cambiará en lo que bautizó como “la segunda parte de su gobierno”. Para que no queden dudas, el presidente dijo que seguirá “enfrentando a los formadores de precios” que perjudican a los trabajadores.
Sin acto de por medio, Rodríguez Larreta dejó en claro que no está mucho más con los pies en la tierra que el presidente. Una vez más, como viene ocurriendo desde hace dos años, a partir de enero se incrementará el valor del Impuesto Inmobiliario y de las patentes. El intendente y su séquito considera que no se trata de un “aumento” de impuestos, ya que el incremento nominal está atado al índice de la inflación de la Ciudad, por lo que se trata de una actualización automática. Pero, más allá de la discusión terminológica, lo cierto es que los salarios de los argentinos, en su mayoría y a pesar de la locura que dijo hoy el presidente, no se “actualizan” al mismo ritmo que el índice de inflación.
La trampa inflacionaria es esa: cuando incrementa la oferta de una moneda por encima de su demanda para financiar el fisco, no todos los precios suben de la misma manera. Sino, el problema inflacionario sería solamente de calculadora, ya que la gente tendría que pagar más por los productos, pero no representaría una problemática demasiado importante, ya que su salario se incrementaría en la misma proporción. El problema es que algunos precios suben antes que otros y los asalariados son los que siempre corren por detrás.
Aunque técnicamente se trate de una actualización automática, los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires deberán dedicarle una mayor parte de sus ingresos al pago de los mismos impuestos. Si el larretismo quiere insistir con cuestiones gramaticales y técnicas puede hacerlo, pero el bolsillo de los porteños sentirá que los impuestos aumentaron.
¿Seguirán de espaldas a la gente Larreta y Fernández? Aunque se trató de una elección legislativa sin únicos ganadores y perdedores, lo cierto es que los votantes comenzaron a decir algo concreto. Por ahora, dos de los mayores representantes de la política nacional, siguen haciéndose los distraídos, como si nada hubiese pasado.