“No están dadas las condiciones para acordar”, dijeron ayer las empresas, forzando al kirchnerismo a la unilateralidad del decreto para avanzar en el mal llamado “congelamiento de precios”. De esta manera, el Gobierno obligará a vender una serie de productos (que exceden la canasta básica) a los precios que tenían el 1 de octubre, hasta el 7 de enero de 2022. La lista ya es pública y llama la atención la importante presencia de bebidas con alcohol. Parece que el vino barato antes de las elecciones es el último manotazo de ahogado de un kirchnerismo desesperado.
Vin Up, Semillón Chardonnay de Castel, Torrontés de Echart Privado, el clásico Toro Viejo, Malbec Alaris y Sauvignon Blanc de Trapiche, Valentín Lacrado, el bolichero New Age, Latitud 33 y Valmont son algunas de las etiquetas tradicionales que se venderán a los precios que quiere el Poder Ejecutivo. Hasta que se vacíen las góndolas, claro. Los empresarios luego de la negativa ya adelantaron que el desabastecimiento es inevitable.
Claro que la medida no termina en el vino barato. El Fernet Branca, el espumoso de Federico de Alvear y los populares Pronto Shake y Dr. Lemon, que se toman bien fríos, tendrán su “precio congelado” también. ¿Cervezas? Claro. A la hora de tratar de retener el voto popular hay que segmentar bien el mercado. La botella de Stella Artois, la Quilmes Bajo Cero y el chopp de Brahma, entre otras opciones, también tendrán el precio fijado por la autoridad política.
En total hay 96 bebidas alcohólicas en la lista de los “precios congelados” ordenados por la secretaría de Comercio de Roberto Feletti.
Por estas horas se multiplican las columnas de economistas y especialistas en todos los medios que anticipan que la medida fracasará estrepitosamente. Sin embargo, Feletti sigue con la absurda iniciativa, Alberto Fernández se muestra lo menos posible y Cristina habla bien del capitalismo. Así de contradictorio y fracasado llega el Frente de Todos a la elección de medio término, luego de la paliza que recibieron en las primarias de septiembre.
Mientras tanto, sindicalistas y organizaciones controlan las góndolas. Se esperan las primeras multas y clausuras. Ya sea por no tener los productos regulados o por venderlos a otro precio. Habrá que ver la conformación del nuevo Congreso para ver si mejora el clima político y el oficialismo debe cambiar fuertemente el rumbo. Al menos, Juntos por el Cambio ya adoptó un discurso razonable en materia económica.