
“Con mucha alegría y gratitud quiero contarles que fui convocado por el Adam Smith Center for Economic Freedom de la Universidad Internacional de Florida para ser parte de su programa de liderazgo académico”. Con estas palabras, el expresidente argentino Mauricio Macri confirmó que será parte de una cátedra dedicada a la promoción de los valores liberales, donde será expositor sobre temáticas vinculadas a la economía de libre mercado. Teniendo en cuenta el clima político en Argentina, el rótulo le viene como anillo al dedo. Sin embargo, sus gestiones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la presidencia de la Nación ¿fueron liberales? La izquierda, para criticarlo, dice que sí. Los liberales (incluso los que ahora llegaron a su frente) dicen que no. Repasemos algunos datos no opinables y que cada uno saque su propia conclusión. Sobre todo, con relación a lo que viene, que es lo importante.
Para Carlos Díaz-Rosillo, director del Adam Smith Center, no hay dudas. Macri cuenta con “experiencia y liderazgo en la implementación de políticas de libre mercado”, lo que hace que su perfil sea ideal para su participación como especialista en el think thank. Sin embargo, para encontrar algún resto de liberalismo en la sangre de Mauricio Macri, tenemos que viajar en el tiempo hasta su exitosa presidencia de Boca Juniors. Allí sí hay cuestiones vinculadas al ideario liberal aplicado, a diferencia de su paso por la política municipal y nacional. Puede ser que por esto en Boca le haya ido mucho mejor que en la presidencia.
Entre 1995 y 2008, Macri estuvo a cargo del Ejecutivo en uno de los clubes más importantes de la Argentina, de Latinoamérica y del mundo. Pero lo cierto es que el Boca que agarró a mediados de los noventa estaba muy lejos de ser el multicampeón que él mismo ayudó a construir junto al director técnico Carlos Bianchi.
El club tenía deudas y serios problemas estructurales. Como detalle ilustrativo de la época “premacrista”, recordamos que el vicepresidente era el legislador kirchnerista Carlos Heller. Entre las reformas virtuosas que impulsó el joven Macri se destaca la del requisito de respaldo económico (avales) para los que se dediquen a la vida política de la entidad. Con buen tino, el macrismo xeneise obligó a su gestión y a las sucesoras a tener que hacerse cargo del propio patrimonio (o el de terceros que respalden las eventuales gestiones) en caso de dejar la entidad en números rojos. El club fue saneado y Boca vivió un exitoso período de logros deportivos.
Cuando pasó a la jefatura de Gobierno porteño, Macri dejó de lado la ortodoxia fiscal. En Boca se había ganado el apodo de “cartonero”, por la manera obsesiva en que cuidaba cada peso, pero en la municipalidad se convirtió en un gastador compulsivo. Cuando los liberales cuestionábamos la irresponsabilidad fiscal y el incremento de impuestos, desde lo que en su momento era Compromiso por el Cambio se nos argumentaba que todo eso era un mal necesario. Manifestaban que lo prioritario era mostrar una gestión que desterrara el prejuicio del “neoliberalismo ajustador”, para poder llegar a la presidencia. Una vez allí, decían que iban a hacer lo que debían.
Resumiendo: a la gestión boquense se le podrían encontrar reformas positivas de índole liberal, pero a la jefatura de Gobierno no. Bajo ningún punto de vista. El Macri intendente subió los impuestos, agrandó el Estado y multiplicó el gasto en dólares, llevándolo muy por encima que sus predecesores socialdemócratas Ibarra y Telerman.
El Macri presidente llegó limitado por su propuesta de campaña y por su diagnóstico inicial: ganó las elecciones diciendo que no se modificaría nada importante con relación al kirchnerismo, que las empresas estatales seguirían en manos de la burocracia, pero “mejor administradas”, y el único cambio importante que pensaba implementar era el de poner fin a la corrupción. Luego de llegar al poder, en lugar de decirle a la opinión pública que, lamentablemente, era indispensable un plan de reformas de shock estructurales y profundas, cometió el error de esconder la basura (de la que no eran responsables, pero que tampoco limpió) debajo de la alfombra.
La situación económica y fiscal hizo que la presidencia de Cambiemos fuera un fracaso digno del retorno del kirchnerismo. El liberalismo de Macri aparecía en sus discursos en los foros internacionales, donde planteaba que la solución era el libre comercio, la austeridad y el republicanismo. Pero en el plano doméstico quiso hasta poner ministros de la Corte Suprema de Justicia por decreto, no redujo los privilegios de la política heredados del kirchnerismo y tampoco pudo abrir mercados internacionales para los productos locales (a los que no les bajó ni los impuestos ni las regulaciones). Sí hay que reconocerle los esfuerzos por intentar conseguir el tratado de libre comercio con Europa para el Mercosur, que hasta el momento sigue congelado por el proteccionismo francés, disfrazado de excusas ambientales para con Brasil.
Otra página antiliberal del macrismo fue el armado que le permitió llegar al poder. Muchos de sus legisladores no solamente avalaron iniciativas kirchneristas nefastas, sino que impulsaron proyectos aberrantes propios, como la ley de alquileres o la ley de góndolas.
Todas estas cuestiones son datos. No opinión. Podrá ser discutible o no la cuestión de la viabilidad política sobre su mandato, pero lo que no era materia de debate es el hecho que todo se reducía a reformas o fracaso. No hubo lo primero y sí lo segundo.
Por estas horas, con el liberalismo picando en las encuestas como corriente de pensamiento elegida por muchos argentinos, Macri dice que es “liberal” y quiere volver. Sin embargo, por ahora su espacio político es el mismo y sus principales aliados como Horacio Rodríguez Larreta son responsables de gestiones estatistas, autoritarias y despilfarradoras. Solamente su exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, reconoce que en materia económica “Cambiemos fue Continuemos”.
Hoy hay jugadores nuevos en la política argentina que sí expresan los valores de la libertad mucho mejor que él, que para muchos liberales Mauricio Macri ni siquiera representa. Si piensa hacer algo distinto en un eventual “segundo tiempo” lo primero que tendría que hacer es meter cambios en el equipo. Si uno mira las listas de Juntos por el Cambio para las elecciones de noviembre, sacando la presencia de Ricardo López Murphy en la Ciudad, el macrismo ofrece poco y nada.