Venían de verse las caras hace poco, en la consagración albiceleste de la última edición de la Copa América, por lo que para el conjunto local era una suerte de revancha. Sin embargo, no hubo festejo para ningún bando. Tampoco goles. Tampoco triunfo. Ni siquiera partido. El encuentro Brasil – Argentina fue suspendido a los cinco minutos del primer tiempo, en un escándalo nunca visto antes en el futbol mundial.
El arquero Emiliano Martínez, el zaguero Cristian Romero, el volante Giovani Lo Celso y el delantero Emiliano Buendía ya estaban en el ojo de la tormenta antes del partido. Es que las autoridades sanitarias de Anvisa (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) ya habían notificado a la delegación argentina que los jugadores no debían presentarse en el campo de juego. Es más, debían hacer aislamiento inmediato y retirarse del país. Los acusaban de no cumplir con el protocolo local, que impide el ingreso al país de personas que hayan estado los últimos catorce días en el Reino Unido.
Aquí es donde aparece la responsabilidad del team celeste y blanco, aunque con algo de culpa compartida por la Conmebol. Los jugadores, si bien no estaban en sintonía con las ordenanzas políticas del país, sí respetaban el sistema de “burbujas” del reglamento de la confederación futbolística sudamericana. Luego de muchas idas y vueltas, tres de los cuatro futbolistas se dirigieron al estadio con el plantel y salieron a la cancha para enfrentar al clásico rival.
A poco más de cinco minutos de partido, se desató el escándalo inédito. Los oficiales de Anvisa se hicieron presentes en el campo de juego, por lo que el árbitro tuvo que suspender el partido. “Se les ordenó que permanecieran aislados en espera de la deportación. Pero no se cumplió. Se trasladaron al estadio, entraron a la cancha y hubo una secuencia de incumplimientos”, argumentó el titular del organismo, Antonio Barra Torres.
Desde Argentina se cuestiona el “circo” de las autoridades de Brasil, al que se le señala y acusa de político. Si los representantes de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria tuvieron o no oportunidad de intervenir antes de que los jugadores comenzaran el partido quedará en la duda y en el debate. Lo que sí es llamativo es lo ocurrido con un jugador brasileño en el pasado que, ante la misma situación de los argentinos, no tuvo ninguna consecuencia.
El delantero Willian, que jugaba hasta hace poco en el Arsenal de la Premier League, ingresó al país sin ningún tipo de inconveniente y a los dos días de su arribo se sumó a los entrenamientos del Corinthians. Consultado por el caso, que dejaría en evidencia una doble vara, Barra Torres apeló al derecho internacional, que deja en claro que no puede negársele la entrada al país a un brasileño. Lo que no pudo explicar es el motivo por el cual el delantero pudo sumarse al plantel del Corinthians sin hacer siquiera un aislamiento o cuarentena de una semana.
Ahora define la FIFA
Los tres puntos del Brasil – Argentina, o la eventual reanudación del juego, ahora están en manos de la FIFA, que por ahora solo emitió un comunicado lamentando lo sucedido. Aunque parezca increíble, técnicamente es una posibilidad concreta que le den el encuentro ganado a la Argentina. Es que, según indica el reglamento, cualquier irregularidad vinculada a la seguridad y realización del juego, depende del país anfitrión. En este caso, la federación brasileña, que trató de despegarse de las autoridades de salubridad del país y autorizó el inicio del partido.
Claro que también el enfoque podría ser otro y darle el partido ganado a Brasil, considerando que la participación de los jugadores cuestionados fue irregular y que la delegación argentina fue notificada de esto en tiempo y forma. Pero, aunque la biblioteca pueda amparar ambos argumentos, no sería de extrañar que lo que termine imperando sea la política (que el fútbol también la tiene, lógicamente) y que el asunto se dilate hasta que ambas selecciones estén clasificadas para el próximo mundial.