Al menos el norteamericano no le echó la culpa a su mujer. Pero bueno, hay cosas del reino de peronia que pasan también en el primer mundo. Gavin Newsom, el gobernador demócrata del estado de California, ordenó que la gente se quedara en su casa, pero fue descubierto en una concurrida celebración privada, tal como ocurrió con el presidente argentino Alberto Fernández. El “haz lo que digo, pero no lo que hago” justicialista de Argentina tuvo su traducción bastante acertada con el “do as I said, not as I do” del referente del progresismo estadounidense.
California es un estado tradicionalmente demócrata. Hizo falta la excepcionalidad de un Arnold Schwarzenegger para seducir a una porción del votante progresista y darle la victoria al Partido Republicano hace varios años. Pero el recuerdo de aquella experiencia preocupa a Newsom. Es que la elección del actor de Terminator, entre otros éxitos, tuvo lugar luego de la destitución de Gary Davis. Y él ahora podría correr la misma suerte.
El próximo 14 de septiembre, el gobernador demócrata enfrentará un referendo revocatorio que podría expulsarlo de su cargo, como ocurrió previo a la llegada del “gobernator”, último republicano al mando. Aunque según las últimas encuestas, Newsom ha podido recuperar algo de capital político, hasta hace muy poco, su panorama era más que sombrío. Lo cierto es que nada está definido. Como ocurre en el resto del país, el electorado se encuentra altamente polarizado. El 83 % de los republicanos votaría en favor del despido político, mientras que el 81 % de los demócratas piensa en respaldarlo. El resultado está abierto.
¿Qué pasó?
El 6 de noviembre del año pasado, Newsom fue fotografiado con su esposa y más de diez personas en un lujoso restaurante francés de Napa Valley, celebrando el cumpleaños de un conocido lobista. Pero, al igual que Alberto Fernández, Newsom era uno de los referentes de las cuarentenas que generaron importantes quebrantos económicos en los negocios y empresas y duras alteraciones en la vida diaria de las personas.
La impúdica celebración junto a su pareja y el doble discurso no fue lo único que emparentó al gobernador demócrata con el presidente argentino. Su espacio político, que dio por terminado el escándalo, responsabiliza al expresidente Donald Trump, a quien acusa de impulsar la movida política que podría finalizar con la destitución. El progresismo norteamericano parece que también aprendió del “es culpa de Macri”.
En pocos días se conocerá, tanto en Estados Unidos como en Argentina, el impacto real en la opinión pública de Fernández y de Newsom. El 14 de septiembre el demócrata se juega la continuidad y el 12 el peronismo verá en las primarias generales el repudio de la ciudadanía con respecto al vacunatorio vip y a las fiestas en la quinta de Olivos.