Pasaron dos días ya, pero el establishment político argentino todavía no sale de su asombro. Por primera vez, vieron en el mundo real, en vivo y en directo, un fenómeno que hace rato ocurre en el campo de la virtualidad de internet: Miles de jóvenes apoyando al economista libertario Javier Milei, que ellos no tienen ninguna posibilidad seducir ni de cooptar.
Ya se ha escrito mucho sobre su mensaje, que no ha variado desde los días de divulgador académico, pero poco se analizó sobre los fenómenos que generaron toda esta locura. Claro que lo que uno pueda decir es parte de un análisis subjetivo y contrafáctico, pero detrás del fenómeno, que seduce hasta fuera de las fronteras argentinas, hay un par de cuestiones más o menos claras.
Mérito propio
Esto parecería ser una obviedad, pero lamentablemente (y de manera insólita) es cuestionado por más de uno, que justifica lo que ocurre con una totalidad de argumentos exógenos al personaje en cuestión. Aunque existan contextos y circunstancias que faciliten o compliquen las cosas, si los que están en la cancha no juegan, los partidos no se ganan. El boom liberal ocurrió de la mano de Javier Milei y, más allá de todo y, antes que nada, el mérito es suyo. Todo el desarrollo y análisis, justo, válido y necesario, tiene que ser posterior a esta realidad, sobre la cual no debería haber mucho debate.
Claro que es falso que todo vino después de Milei, como aseguran muchos jóvenes, que a veces lo manifiestan con la lógica irreverencia de la edad, que los libertarios de cuarenta años tuvimos hace diez o quince. Me acuerdo cuando, en medio de la épica del primer PL (primera manifestación “liberal-libertaria” argentina) me animé a decirle a su Eminencia, el Dr. Ricardo Manuel Rojas, que nadie “había hecho nada” antes que nosotros. Todavía no sé cómo no me mandó a la mierda con justa razón. Pero como es cierto decir que nada comenzó con Javier, lo cierto es que poco ocurría antes de él, y aunque más de uno se sienta herido en su autoestima, “primero los datos”. Es así.
Claro que tengo derecho, por ejemplo, decir que yo fui el primer argentino que se paró frente al Banco Central hace diez años para decir con micrófono y a los gritos, que había que cerrarlo, porque se trata una estafa. Desde los años del primer Partido Socialista, cuando se criticaba la creación del ente con argumentos liberales, que no se decía nada semejante en el país. Claro que lo que no puedo dejar de lado es que no conseguía que me escuchen más de diez o veinte personas. Lamentablemente, muchos de los que estaban “sembrando” antes de Javier, en lugar de celebrar que las ideas metieron un pleno en la ruleta y celebrarlo, parece que lamentan no haber sido ellos los representantes. ¿Qué era entonces lo más importante? ¿Qué las ideas lleguen o personificarlas uno? La verdad es que la respuesta está dentro de nuestro ideario: el mercado elige. Lo eligió a él. Punto. Por algo será.
Contexto económico
La sinapsis de la realidad, con hechos y su discurso es uno de los grandes capitales que tiene el fenómeno liberal y el boom de Javier Milei. Cualquier argentino que no sea parte de las mieles de los privilegios políticos, lo único que tiene que hacer es conectar el discurso de Milei con su realidad diaria. El desempleo, la inflación y todo el desastre económico del modelo estatista, personificado en el kirchnerismo y avalado por el macrismo, fue el caldo de cultivo para lo que hoy ocurre en el movimiento liberal, y que tanto preocupa a la política tradicional y a sus estrategas de marketing.
Aunque el establishment político se inquiete por un acto multitudinario, repleto de jóvenes insobornables, lo cierto es que deberían preguntarse cómo no ocurrió antes. El monstruo lo generaron también ellos. Claro que el catalizador es necesario, pero la soberbia de la política tradicional, absolutamente desconectada de la realidad, dejó la pelota picando en la línea. Había que hacer el gol nomás, y lo hizo un arquero que cruzó toda la cancha.
Monopolio opositor quebrado
El macrismo hizo un uso y abuso del voto de centro-derecha en Argentina. En una alianza implícita con el kirchnerismo, el PRO, en la coalición de Juntos por el Cambio, fue acreedor de un voto cautivo: eran ellos o el chavismo. Claro que esto no podía durar para toda la vida. La preocupación que hoy desvela a María Eugenia Vidal, que además de sufrir a un Milei por afuera, enfrenta por adentro a un Ricardo López Murphy cada vez más competitivo, y de un Diego Santilli que perderá votos inevitablemente con sólido José Luis Espert, se explica en la soberbia de ellos mismos.
La irresponsabilidad de insistir con el marketing berreta, cuando el Gobierno violaba impunemente la Constitución Nacional durante el año pasado, no podía ni debía salirles gratis o barato. Despreciaron a una buena parte del electorado natural hasta el hartazgo y ahora pagan las consecuencias. Lamentablemente, todo parece indicar que la única que entendió que un eventual Gobierno 2023 debe contar con el rumbo económico de los liberales es Patricia Bullrich. Por algo es la que mejor mide y la referente de mejor imagen dentro de Cambiemos. Larreta, Vidal, Manes, Santilli, Carrió, el radicalismo y toda la vieja política del espacio, parece que todavía no se dio cuenta lo que ocurre en Argentina.
Decadencia kirchnerista
Desde 2003 que el kirchnerismo ostentó el privilegio del voto joven y rebelde. Parece que ahora se dieron cuenta de un baldazo que lo perdieron por completo. Hoy representan lo más conservador de la política y las corporaciones nacionales. Los manotazos de ahogado del lenguaje inclusivo hasta en los spots de los candidatos poco les va a ayudar para recuperar la épica rebelde, que hoy se expresa en las antípodas del estatismo.
Luego de la crisis de 2001, el relato que se impuso fue el fracaso del “neoliberalismo” de la década del noventa. A pesar que el estallido que se llevó puesto a Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo no tuvo otras causas que no sean la no sustentabilidad del déficit fiscal histórico, que quedó expuesto por la imposibilidad de emitir y falsificar moneda por la convertibilidad, y un complicado panorama externo, el populismo logró convencer a la gente de otra cosa.
La moda del Socialismo del Siglo XXI en la región sí tuvo su apogeo juvenil hace una década. Pero el fracaso estrepitoso del chavismo y la evidente crueldad de la dictadura cubana, que recién hoy parece quedar en evidencia lamentablemente, canalizan la rebeldía juvenil en las filas de la libertad. Aunque el kirchnerismo pretende insistir con el discurso de siempre, achacándole a Mauricio Macri la responsabilidad de las supuestas desgracias liberales que heredó el Frente de Todos, hoy tienen que lidiar hasta con bandas de rock juveniles que desarticulan por completo, con precisión quirúrgica y fundamentación inapelable, sus patéticos argumentos.
El futuro es (o debería ser) liberal
Los que contamos con algo de influencia de Karl Popper siempre vamos a ver con desconfianza cualquier vestigio de historicismo, como cualquier pretensión de inevitabilidad histórica, ya sea a lo Eduardo Duhalde, con su idea de la “condena al éxito”, que supuestamente tiene el país, o el optimismo refutado de los Francis Fukuyama con las predicciones sobre el fin de la historia.
La modernidad y la tecnología de la época que le tocó a Javier Milei, aunque pueden ser utilizadas por los Estados para vulnerar libertades individuales, tienen toda la potencialidad para “jugar” en favor de la causa de la libertad. Los costos que se derrumban, la capitalización de la productividad, el surgimiento de monedas alternativas, las autorregulaciones privadas que aparecen, la posibilidad del trabajo virtual, y todo lo que deja en evidencia lo vetusto del estatismo clásico, que cada vez puede regular menos cosas, si lo sabemos utilizar, puede ser una herramienta fundamental en la causa libertaria.
Internet tiene la facilidad de contrarrestar, aunque sea en parte, al nefasto sistema de escolarización gubernamental, que en países como Argentina funciona como maquinaria de adoctrinamiento. Las redes permiten el flujo de todas las ideas, sin embargo, el proceso inevitable de la competencia, premia a las buenas sobre las malas. La posibilidad de acceder de forma gratuita a las cátedras del profesor Huerta de Soto en España, o el reciente récord de Javier Milei junto a Gloria Álvarez con la clase de economía más vista de la historia, contribuyen y dejan en evidencia las preferencias de las personas, que acceden de forma sencilla a contenido de primer nivel.
Las redes son nada más y nada menos que herramientas. Ayudan, pero no garantizan el éxito. Claro que tenerlas a disposición para simplificar y difundir el mensaje es una ventaja que no estuvo disponible en otras épocas. Que los fenómenos actuales no nos hagan olvidar la historia y sigamos honrando a personajes como Álvaro Alsogaray que, teniendo que patear los medios y sin repeticiones en YouTube, y en condiciones mucho más adversas en lo comunicacional, mantuvo la llama encendida durante años. Si llenar una plaza de jóvenes es meritorio, claro que también lo fue en su momento realizar un acto en el estadio de River Plate bajo la lluvia.
Hoy hay posibilidades, referentes, tecnología y los planetas parecen estar en línea. Pero, como explicó muy bien Ludwig von Mises, seguramente el más lúcido de todos y hoy más vigente que nunca, nada ocurrirá sin la acción humana.