Más allá del desastroso rumbo en que Néstor y Cristina Fernández de Kirchner llevaron a la Argentina, iluso sería desconocer las virtudes políticas de un espacio que se adueñó prácticamente de un país hace casi 20 años. Incluso en el breve período que fueron oposición, marcaron el pulso de lo que se hacía en el Gobierno, al punto que Mauricio Macri desistió de cualquier reforma de fondo para evitar lo que finalmente ocurrió en 2019. Pero para entender la hegemonía kirchnerista, más allá de sus méritos, hace falta echar un ojo a la tibieza de Cambiemos.
Si hubo un punto de quiebre a la hora de analizar este rol predominante de CFK en la política argentina, sin dudas fue el 54 % que obtuvo la actual vicepresidente en 2011. En ese momento, hace ya diez años, el macrismo ya venía con una actitud demasiado especulativa, de corto plazo y chiquitaje. En esa elección, Mauricio Macri, principal referente opositor, decidió no participar de las nacionales, ya que las encuestas indicaban que no tenía chances frente a Cristina. En lugar de dar la lucha electoral, para dejar una oposición vigorosa, el entonces jefe de Gobierno porteño fue por la reelección municipal y dejó al país a merced de la hegemonía kirchnerista. Para ilustrar lo infame de la situación, distritos bonaerenses como el de Malvinas Argentinas llevaron en esa elección la boleta municipal del PRO, apoyando a Kirchner en las nacionales.
Aunque pocos lo recuerden, en las gestiones municipales también estuvo a la orden del día la tibieza de Cambiemos, incluso con Mauricio en la jefatura de Gobierno. En demasiadas oportunidades el macrismo se dejó “marcar la cancha” por el kirchnerismo. Dirigentes con cargos ministeriales como Darío Lopérfido y Abel Posse tuvieron que presentar la renuncia, luego de algunas declaraciones sobre los setenta que ofendieron al kirchnerismo. En una oportunidad, incluso un funcionario de segunda línea tuvo que pedir disculpas públicamente por decir que en Argentina la educación pública había fracasado. ¿Esta es la actitud política necesaria para oponerse a un kirchnerismo con pretensiones hegemónicas y ambiciones totalitarias?
No hace falta insistir con la fallida gestión nacional 2015-2019 —de la que ya escribimos demasiado— para comprender que hasta en los años que gobernó Cambiemos, el kirchnerismo mantuvo su influencia total en la política nacional. Aunque en el macrismo todavía utilizan la excusa de la debilidad parlamentaria, lo cierto es que fueron ellos los responsables de mantener vigente a Cristina Kirchner, para mostrarla como la contracara de su gestión. Esto también estuvo vinculado a esa visión corta de priorizar el marketing político y las estrategias de los consultores como cuestión prioritaria en lugar de gobernar cuando tuvieron la oportunidad.
Lejos de haber comprendido la lección, a pesar del fracaso estrepitoso del Frente de Todos en la gestión actual, la tibieza de Cambiemos sigue haciendo que el macrismo tropiece con la misma piedra. Ignorando el paladar del votante amarillo, vinculado con dirigentes como Patricia Bullrich o Fernando Iglesias, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal insisten con una tibieza que hasta los propios cuestionan. No son pocos los que directamente los tildan de “kirchneristas” en las redes sociales.
El ataque del kirchnerismo contra Iglesias en las últimas horas por unos tuits absolutamente irrelevantes, una vez más dejó en evidencia el progresismo sobreactuado y el nivel de funcionalidad de la mayor parte de Cambiemos para con el peronismo. A pesar de los escandalosos ingresos a la quinta de Olivos durante la cuarentena dura, Vidal y compañía le hacen el juego a personajes menores como Gabriela Cerruti, que sale a pedir la expulsión de Iglesias del Congreso.
Con todo a favor para la estocada final en la víspera de las elecciones, la tibieza de Cambiemos le hace el juego al kirchnerismo, en pos de mantener un discurso políticamente correcto que lo único que lo hace es enfrentarse con el votante propio.
Hasta este momento, el PRO y sus aliados contaban con un voto de centro-derecha cautivo, que cada vez que iba a votar lo hacía con la nariz tapada, pensando que peor era el kirchnerismo. Pero en estos comicios parlamentarios, en provincia de Buenos Aires tendrán por afuera de la coalición para elegir opciones como la del derechista Gómez Centurión o la del liberal José Luis Espert. En la capital, los desencantados del macrismo también tendrán dos tentadoras opciones para hacer sentir su descontento: Ricardo López Murphy enfrentando a Vidal por adentro o el libertario Javier Milei, que viene subiendo en las encuestas.
Aunque todavía falta, no son pocos los votantes que celebran lo que consideran el final de un voto extorsivo que cada vez los representa menos.