El presidente argentino dice cualquier cosa y, lamentablemente, muy pocos cuestionan el trasfondo de sus indignantes mensajes. La platea kirchnerista lo aplaude, la mayor parte de los dirigentes opositores carecen de conceptos y formación como para darse cuenta lo que falla y los periodistas informan de manera neutral las sandeces que el mandatario manifiesta. En la jornada de hoy, Alberto Fernández presentó una extensión de un plan de cuotas fijas y calificó de “ambicioso” el hecho de que un argentino tenga 12 cuotas para comprar un par de zapatillas. Decir vergüenza es poco.
“Este es un plan muy ambicioso, definitivamente, porque suma ahora también indumentaria, ropa, calzado. Espero que los textiles, que han aumentado sus precios fuertemente, no aprovechen esta oportunidad de ventas para seguir aumentando los precios y que piensen en la posibilidad de que todos los argentinos puedan lograr acceder a una mejor indumentaria sin que eso signifique mayores precios”, señaló Fernández.
Si hay un talento que tiene el presidente argentino es el de decir más de una tontería (por ser decoroso y respetar la investidura presidencial que él no respeta) por oración. En dos oraciones, Alberto Fernández demuestra que tiene el talento para decir tres falacias. La primera, irrespetuosa para la dignidad de un país que supo ser el más rico del mundo, reconocer como “ambicioso” un plan de cuotas fijas para comprar un pantalón o un par de zapatillas. En cuotas la clase media debería comprar un auto o un departamento, no una camisa o una remera. Claro que la destrucción de la moneda, de la que tiene la culpa el Estado argentino que la falsifica, hace que un vehículo o una propiedad sea inaccesible para la mayoría de los argentinos, que deben conformarse con la posibilidad de pagar durante un año un par de zapatos.
Pero, además de la falacia de la responsabilidad empresarial ante el aumento de precios (cabe destacar que con el 3 % de inflación en julio, Argentina ya alcanzó el 29 % que el Gobierno preveía para todo el año), queda en evidencia que el supuesto enfrentamiento con los empresarios nacionales es falso. Todo es “para la tribuna”, como le dicen. Nada mejor que someter a los fabricantes locales a la competencia internacional, si Fernández considera que se están aprovechando del mercado local. No lo hará, son socios de un modelo decadente.
Lamentablemente, hasta que estas cuestiones no sean rechazadas por inaceptables, vergonzosas y decadentes, los argentinos seguiremos viviendo de las migajas de una impúdica clase gobernante, que nos somete a la miseria y nos propone financiarla en 12 cuotas. Como las compras del supermercado.