Cada competencia deportiva internacional deja en evidencia las miserias de las dictaduras. Además de los medalleros y los resultados de las competencias, la noticia recurrente es la defección de los atletas y miembros de los cuerpos técnicos que escapan, para no volver a sus lugares de origen. Recientemente, varios deportistas cubanos afirmaron —luego de huir— que preferían hacer cualquier trabajo en Estados Unidos, antes de tener que volver a la isla para continuar con su carrera. Ahora, una velocista bielorrusa pidió auxilio a la policía del aeropuerto de Tokio y aseguró que la delegación de su país la quiso secuestrar.
Se trata de Krystsina Tsimanouskaya. La corredora oriunda de Bielorrusia escapó del comité que dirige el hijo del dictador Alexander Lukashenko, y les imploró a las autoridades niponas que la protejan. Ella no quiere saber nada sobre volver a su tierra.
Sus problemas comenzaron cuando se quejó públicamente de sus entrenadores, motivo por el cual le habrían forzado a retornar a Bielorrusia. Aunque debía correr los 200 metros femeninos mañana lunes, a Tsimanouskaya la llevaron al aeropuerto. Sin embargo, allí la velocista buscó refugio con la policía local. Desde sus redes sociales hizo pública la situación y advirtió que no pensaba volver. Dijo sentirse segura en Japón y que estaba viendo con las autoridades locales, que le prestaron la colaboración necesaria, donde pasaría la noche de hoy.
“Pido al Comité Olímpico Internacional que me ayude. Me presionaron y tratan de hacer que abandone el país sin mi acuerdo”, manifestó. Según la corredora, el responsable de su equipo le dijo que debía retornar para que sus compañeros pudieran estar en calma luego de sus declaraciones. Pero ella no quiere regresar a Bielorrusia, por lo que recurrió a la policía de Tokio.
Viktor Lukashenko, hijo del dictador y responsable de la representación deportiva que se encuentra en Tokio, emitió un comunicado en el que aseguró que la corredora fue removida de su equipo “por decisión de los médicos, debido a su estado emocional y psicológico”. Sin embargo, la velocista bielorrusa desmintió la información y aclaró que todo se trata de una “mentira” que surgió luego de sus críticas públicas, tras enterarse que la inscribieron para los 400 metros sin su consentimiento.