El precandidato a diputado nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Ricardo López Murphy participó en una entrevista con Luis Novaresio, en la que se tocaron diversos temas relacionados con la actualidad política y económica. Sin embargo, lamentablemente, lo que recogieron todos los periódicos y portales web informativos fue algo que, técnicamente, no debería ser noticia. Ante una pregunta, el economista indicó que, durante la última dictadura militar, no existieron en el país 30000 desaparecidos, como indican los documentos oficiales realizados hasta por el kirchnerismo. Sin embargo, sus palabras generaron un revuelo lamentablemente predecible. Más allá de todo, lo preocupante es la perspectiva de la totalidad de los medios argentinos.
“No hay 30000 desaparecidos. Ahí yo creo lo que dijo Graciela Fernández Meijide y lo que dijo Darío Lopérfido, lo que está en los documentos oficiales. Yo no creo en ese número, creo que el número oficial es el que corresponde a documentos emanados de la Procuración, del ministerio de Justicia, de la Conadep. No hay secretos ahí”, señaló el economista liberal.
Aunque las cifras reales confirmadas le dan la razón, que, dicho sea de paso, son respaldadas por todas las investigaciones oficiales, y aunque los mismos impulsores del número en cuestión ya reconocieron la finalidad del simbólico “30000”, en Argentina se sigue insistiendo con este argumento, el cual ya se ha demostrado que es falso. Sin embargo, esta no es la única mentira de la izquierda alrededor de la cifra. Lo preocupante es que logran imponer la falacia de la asociación de que quienes cuestionan el número, automáticamente respaldan el accionar del terrorismo de Estado.
Claro que hay quienes sí cuestionan la cifra y que además defienden, así como justifican, la nefasta desaparición de personas. Ahora, meter en esta bolsa a López Murphy que toda su vida política defendió el Estado de Derecho es una clara difamación. Aunque los medios no cayeron en el absurdo de asociar al candidato con la metodología del proceso militar, no se animaron a separarse del dogma de los 30000. Ninguno.
Clarín, diario supuestamente “antikirchnerista” y enfrentado al Gobierno, aseguró que las palabras de López Murphy fueron “polémicas”, por “cuestionar la cifra de desaparecidos que dejó la última dictadura cívico militar en la Argentina”. El económico Ámbito Financiero, en la misma línea, escribió que el candidato “comenzó a dar discursos televisivos tras el cierre de listas del sábado pasado y negó ayer la cifra de desaparecidos durante la última dictadura cívico militar”.
De manera predecible, el oficialista Página/12, trató al bulldog como un “negacionista” y desde su título dijo: “Negó los 30000 desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar”. Del mismo modo, a pesar de que La Nación es rotulado por ser el diario “conservador” de Argentina, también se expresó en sintonía con todos los demás. Es decir, aunque mostró la noticia como “negó la cifra de 30 mil desaparecidos”, lo que periodísticamente sería correcto, en el primer párrafo de dicha nota indicó lo siguiente: “Ricardo López Murphy negó la cifra de desaparecidos en la última dictadura cívico militar”.
Infobae, que suele reunir a los columnistas liberales, también mantuvo la línea del resto de los medios. La bajada del artículo indicó que el precandidato “negó la cifra de desaparecidos durante la última dictadura militar”. Por su parte, Perfil, de orientación de “centro” y general, directamente se decantó por colocar: “López Murphy negó a los 30000 desaparecidos en dictadura”.
En resumen, todos los medios argentinos aseguran que en el proceso militar 1976-1983 desaparecieron 30000 personas. Las razones son varias. El caso de Página/12 es lógico y claro. Sin embargo, en todos los demás medios hay pánico de quedar como políticamente incorrecto. También se le suma algo de amateurismo periodístico, que no debería tener lugar en situaciones tan delicadas. Pero lo más complicado es que, con su accionar, más allá de insistir con la mentira del número, al no cuestionarlo, colaboran con el vulgar proceder de asociar a los que lo cuestionan este hecho con la defensa del terrorismo de Estado.