“Es por acá”, escribió Mariano Recalde en sus redes sociales, tomando como ejemplo el caso de Islandia, donde los fines de semana tienen tres días. Lejos de generar el aplauso de los trabajadores argentinos, muchas personas se rieron y lo trataron de “vago”. Más allá de las risas y los insultos que recibió, varios usuarios se pusieron algo más profundos en el análisis y le recordaron los motivos por los cuales el país no podría reducir la semana laboral a cuatro días, al menos eso no se intentaría con las políticas económicas del kirchnerismo.
“Dejate de joder, vago de cuarta. Una cosa es Islandia, con su nivel de vida y su nada de desocupación y su cero inflación y sus políticos honestos. Este país lleno de desocupados, planeros y políticos corruptos. Aquí hay que trabajar 24 x 7 para poder llegar a fin de mes!!”, escribió una mujer desde su cuenta de Twitter, haciendo referencia a un triste fenómeno actual de argentina: el de los trabajadores (muchos de ellos profesionales) pobres.
Es que la inflación que no da tregua, la devaluación permanente del peso y la constante descapitalización de la economía hacen que muchos trabajadores con empleos formales no puedan llegar siquiera a fin de mes. Ni hablar de la posibilidad de comprar un departamento o un auto. Un sinnúmero de parejas hoy en día tienen que utilizar dos salarios para poder cubrir solamente el alquiler, los servicios y los alimentos. El ahorro, las vacaciones y otras cuestiones parecen haber desaparecido del mapa como el concepto de “clase media”.
“En Islandia pusieron un solo impuesto del 10 % y así lograron que lleguen las inversiones de Google y Motorola”, le señaló otra persona. Es que la familia Recalde (el padre de Mariano es otro veterano dirigente peronista vinculado al sindicalismo) siempre fue partidaria del modelo de altos impuestos, sustitución de importaciones y regulaciones imposibles. Cuando era titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde hasta le pidió a Cristina Kirchner que eche del país a la competencia de la fracasada empresa estatal.
“En Islandia no hay tipos como tu viejo, haciendo fortunas con la industria del juicio laboral”, le dijeron en otro comentario al líder de la agrupación juvenil kirchnerista “La Cámpora”. “Trabajar cuatro días no es menos trabajo. Es repartir mejor el empleo. Es aumentar la productividad. Es disminuir los accidentes de trabajo. Y es el futuro”, atinó a escribir Recalde, en medio del ataque inesperado que recibió con motivo de su comentario.
La economía de Islandia y sus diferencias sustanciales con Argentina
En su peor crisis económica de las últimas décadas, Islandia llegó a tener un 18 % de inflación. Situación que lograron controlar hace más de diez años. Argentina, con precios y tarifas reguladas, no puede bajar del 50 % anual. En los últimos años, la inflación anual del país europeo es igual o menor al acumulado (disfrazado) de la Argentina en tan solo un mes. Además de tener una economía donde prima el libre mercado, el respeto a la propiedad privada no se discute. Y aunque no cuenta con los grandes recursos que tiene Argentina, y depende bastante de la pesca y sus energías de fuentes naturales, Islandia tiene un nutrido comercio, no solo con China, sino con Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, España, Noruega, Noruega, Dinamarca, Países Bajos, entre otros países.
Por estas horas, Argentina (mejor dicho, el Gobierno kirchnerista) se niega siquiera a discutir las tarifas externas del Mercosur, condenándose aún más a un aislacionismo que ni Paraguay, Uruguay y Brasil quieren imitar.
Trabajar menos de lo que trabajamos en la actualidad los argentinos y todos los seres humanos, no es ninguna utopía. Si miramos a la historia, en otros tiempos no existía el descanso para la mayoría de las personas. Pensar en un sábado y domingo para la humanidad hasta hace dos siglos era impensado. Pero el catalizador de lo que hoy es una realidad fue la capitalización de la economía luego de la revolución industrial. Aunque la izquierda (y la social democracia) reivindican las leyes laborales de principios del siglo XX, lo cierto es que las mismas se pudieron obtener porque la economía ya podía solventarlas. Cuando se otorgan “beneficios sociales” por encima de lo que la economía privada puede cubrir, ya sabemos el resultado: informalidad y desempleo. Argentina es especialista en repetir estos fracasos.
La productividad a la que hace referencia Recalde, no se puede “implementar” y mucho menos desde los gobiernos. Es el resultado de un proceso descentralizado de la economía libre. A menor intervención gubernamental, mayor coordinación de los agentes económicos. El proceso funciona en ambas direcciones. Argentina ha insistido en la planificación centralizada para reemplazar al libre mercado y por eso, lejos de pensar en aumentar el tiempo libre, las personas deben tener más de un trabajo si desean vivir sin sobresaltos económicos. Por ahora, la mayoría de los argentinos, lejos de pensar en reducir la semana laboral a cuatro días, nos preocupamos por la mera supervivencia. Es que eso hace el kirchnerismo: llevarnos de vuelta a la época de las cavernas.