Los 25 de Mayo, y también los 9 de Julio, tienen un denominador común: el cartel de “Hay locro” en casi todos los restaurantes del país. Como si no se pudiera consumir en otro día, parece que los argentinos recordamos este plato tradicional en las fechas patrias. Aunque podría ser un típico plato de invierno, no se suele preparar en toda la temporada, por lo que la demanda es intensa. En muchos casos hay que reservarlo con unos días de anticipación.
Pero, ¿cuál es el vino ideal para acompañarlo? El que más le guste a cada uno, lógico. Pero definitivamente, un maridaje ideal para el locro argentino es el Rutini Cabernet/Malbec. El punto justo entre estas dos cepas características y tradicionales combina la fruta rica del malbec, con la potencia y los taninos particulares que aparecen en el buen cabernet sauvignon, con su paso ideal por barrica.
Las empanadas, que sí se comen todo el año, podrían tener un vino para cada variedad. Sobre todo, desde la aparición de las versiones “gourmet” sofisticadas, que ahora son una suerte de platos de autor encerrados en una lámina de masa. Sin embargo, lo cierto es que cuando se piden por docenas, cada uno tiene su gusto. Es debido a esto, que si compartimos el vino tenemos que ir por una opción versátil. Algo que le quede bien a los vegetarianos que eligieron verdura y salsa blanca, a los exigentes que prefieren opciones más originales o a los clásicos que van con las de carne, al igual que las de jamón y queso.
El Malbec va con todo. Nada mejor que una bodega que insiste en mantener su estilo clásico, como lo hacían desde el momento de la fundación, para las distintas opciones de empanadas. Bodegas López, con sus enormes toneles de barricas francesas y su proceso tan peculiar de producción, a su tradicional blend Chateau Vieux, ahora le sumaron la versión monovarietal de Malbec. Agarres la empanada que agarres, este vino lo acompaña de maravilla.
Otro tradicional, que va muy bien para el invierno es el puchero. Aunque tiene de todo, carne, verduras y legumbres, el método de cocción y el sutil condimento del aceite de oliva en crudo, permiten un acompañamiento de cierta elegancia, delicadeza y personalidad. “¿Elegancia, delicadeza y personalidad, dijeron?… Aquí estoy yo”, responde el Cabernet Franc. Y su encarnación en la botella de Trumpeter es ideal para acompañar un locro argento del 25 de Mayo, del 26, 27, o de cualquier otro día fresquito.
Decir comida típica y Argentina es decir asado. Aunque no forma parte del menú tradicional de las fechas patrias, es cita obligada en todo el año. Aunque sea otoño o invierno y haya que buscar el calorcito en las brasas de la parrilla. Pero no cualquier vino es apropiado para poner en la mesa. Aunque el buen gusto, la moral y las buenas costumbres descarten de plano los “tetra de mesa” para acompañar un buen asado, lo cierto es que tampoco es óptimo descorchar una botella demasiado cara.
La grasa de la mayoría de los cortes y las achuras piden algo joven, con presencia, pero nada demasiado complejo. El Cabernet Sauvignon de Las Perdices es ideal. La cepa se “banca” las características del asado con creces, pero, además de ser un varietal joven y tranquilo que se deja tomar, las barricas y su tostado justo le aportan notas interesantes de chocolate y tabaco, que aparecen en su punto ideal para este ritual cárnico. No menos importante es la cuestión del costo, que permite que no falten las botellas en la mesa y no haya que estar mezquinando el vino.