Al Gobierno argentino le funcionó el modesto operativo. Mientras que los países más civilizados logran avanzar en exitosas campañas de vacunación, el peronismo, que se quedó sin dosis y sigue con la importación artesanal de los fletes de Aerolíneas Argentinas, se limita a objetivos más humildes: difundir fake news sobre un fuerte incremento en las restricciones en la víspera del anuncio, para que cuando Alberto Fernández diga que sigue todo igual hasta el 21 de mayo, su decisión de extender las medidas no parezca tan terrible.
En las últimas horas del jueves, una versión que (según los mismos periodistas) salió de Casa Rosada indicaba que el anuncio, el cual sería difundido en la tarde de hoy, iba a incrementar fuertemente las restricciones. Hasta se comenzó a discutir la posibilidad de un fin de semana con olor a fase 1. Sin embargo, Alberto Fernández difundió su mensaje grabado a primera hora del día y aseguró que todo sigue igual hasta el 21 de mayo.
Es decir, en el interior del país donde la situación no sea demasiado dramática, las autoridades locales (gobernadores e intendentes) decidirán los próximos pasos. Pero el famoso AMBA (zona metropolitana de la provincia y Ciudad de Buenos Aires) sigue regido por el Poder Central: se mantiene prohibida la circulación desde las 8 de la noche, el transporte público será exclusivo para los “esenciales”, no se podrán realizar reuniones sociales en departamentos o espacios cerrados y la gastronomía puede atender durante el almuerzo al aire libre y en el horario de cena exclusivamente por delivery. Como la circulación está “prohibida” luego de las 20, teóricamente ni hay lugar para el take away. ¿Las clases? las escuelas continúan cerradas, con los alumnos y maestros conectados por Zoom. Los shoppings y los centros comerciales seguirán con la persiana baja, al menos por dos semanas más.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, está en sintonía política con el presidente. Es más, el economista preferido de Cristina Kirchner es partidario de incrementar las restricciones. Pero en la Ciudad de Buenos Aires, basta con caminar por la calle para darse cuenta que la situación es más laxa y que los oficiales de policía local (manejada por la intendencia desde la presidencia de Mauricio Macri), en términos porteños, “se hace los boludos” ante muchas situaciones. Y menos mal. Paradójicamente, esta actitud, que seguramente fue impartida desde la jefatura de Gobierno de la Ciudad, es lo más acertado y oportuno que ha hecho Horacio Rodríguez Larreta.
Esta actitud crispa los nervios del kirchnerismo, que pide al macrismo municipal “mano dura” ante los bajos controles en los transportes y los restoranes que tienen mesas funcionando dentro del establecimiento, cuando técnicamente podrían atender a la clientela exclusivamente al aire libre. Las escuelas en la Ciudad siguen funcionando hasta que la Corte Suprema de Justicia decida la cuestión.
“Las medidas que adoptamos son las que se han tomado en todo el mundo. Con el virus, es imposible negociar. Frente al virus, tenemos que tomar medidas firmes. He tomado y tomaré las decisiones que correspondan sin ninguna especulación política. Es imposible especular electoralmente y al mismo tiempo cuidar a la gente. Cualquier especulación que se haga terminará ayudando al virus y agravando el problema. Las medidas ante la pandemia son estrictamente para salvar vidas. Las normas que establecemos debemos cumplirlas todos por igual”, señaló Fernández.