“Yo soy un tipo de izquierda, pero si me preguntás de qué izquierda, no sé. ¿De la nueva izquierda? Siempre hay una nueva izquierda, pero antes que eso, me considero un artista, porque no tengo otra forma de llamarle a lo que hago. Yo tengo un estilo, pero no es neutral, es de izquierda”, señaló en una oportunidad Carlos “El Indio” Solari, el dueño de la voz inconfundible de una de las bandas más importantes del rock argentino, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Sin embargo, y a contramano de la estérica de su grupo, él y su socio Skay Beilinson se convirtieron en exitosos y millonarios empresarios.
El grupo, que salió del under y llegó a lo más alto, siempre se autogestionó. Desde un primer momento, Los Redondos apostaron a la independencia tanto creativa como comercial, lo que al principio resultó realmente complicado. El recorrido hacia el primer disco no fue sencillo: comenzaron a tocar en 1976 y recién para 1985, con el apoyo de Lito Vitale, pudieron lanzar el debut. La producción artística y el empaquetado, como el arte de tapa, fue hecho de manera “casera”.
“La producción fue muy artesanal porque ese era nuestro modo de vida: vendíamos remeras, cosas de cuero. Yo en esa época estaba haciendo experiencias con chorreaduras abstractas que, además, eran fáciles de reproducir. Pasamos un rodillo con tinta de grabado y aplicamos serigrafía con las letras en plasticola de color. No me acuerdo cuántos hicimos. Estuvimos una semana armando las tapas, eran brigadas de trabajo, un término que se coló de la izquierda cubana”, recordó Ricardo “Rocamole” Cohen, artista encargado de la estética de la banda. Así se produjeron siete mil unidades, que hoy cotizan muy bien en el mercado. La plusvalía marxista no puede explicarlo, claro. Sí lo hace, con lujo de detalles, la Escuela Austríaca de Economía.
Carmen Castro, alias “La Negra Poli”, histórica representante del grupo, dejó en claro que la cuestión “artesanal” excedía lo económico. También había un fuerte sentido de independencia artística de la banda: “Si un productor quiere ocuparse de Patricio Rey en grabaciones, o en lo que sea, está invirtiendo una cantidad. Y para resarcirse de lo que invirtió deberá vender a Patricio Rey de alguna manera que no tiene absolutamente nada que ver con lo que Patricio Rey quiere hacer”. Por todas estas cuestiones, el grupo fue siempre independiente. Lo que nunca imaginaron en los años de los primeros pasos, es que se convertirían en un hito cultural y en uno de los grupos más importantes de la historia argentina y latinoamericana.
¿Comunismo o capitalismo inteligente?
El hecho que un cantante o una banda tenga que recurrir a un empresario, mánager o discográfica, no se trata de ideología. Es lisa y llanamente una necesidad. El artista tiene el producto, pero carece de recursos, y la empresa el capital. Se realiza una inversión, que puede salir bien o mal, y después la torta se reparte según el acuerdo. La historia está plagada de casos donde, o el mercado no acepta el producto, por lo que pierde el inversor, o el lanzamiento se convierte en un fenómeno, por lo que los artistas facturan millones, que tienen que compartir con un capitalista que luego no hizo más nada y sencillamente se dedica a cobrar. Son las reglas del juego. Es por eso que muchos músicos consagrados, luego de los plazos contractuales de rigor, se hacen cargo de sus propios negocios, para no compartir las abultadas ganancias.
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota transpiraron mucho en sus comienzos y su público los consagró. Pero nada de esto tiene que ver ni con el socialismo, ni el comunismo o un modelo sin empresarios ni mercado. Ellos son los empresarios y no comparten las ganancias con nadie. Aunque suene increíble, el exitoso modelo de negocios que adoptaron, y que los hizo millonarios, sumado a la estética soviética del Indio y la banda, hace que más de un ingenuo piense que detrás de Los Redondos hay algo diferente al capitalismo. No, en lo más mínimo. Se trata de un par de empresarios exitosos que han congregado a millones de jóvenes obreros a través de los años, que se reunieron a lo largo y ancho del país en las “misas ricoteras” para los pogos más grandes del mundo con la remera y las banderas del Ché Guevara. Los allegados al mundillo del rock argentino cuentan que la misma Negra Poli pagaba personalmente los estadios donde se realizaban los conciertos. Difícilmente el rock a nivel mundial tenga otro ejemplo de capitalismo de base más puro que el de Los Redondos.
La pelea por la propiedad privada
“Dicen que soy k…Y, si, soy un poco kirchnerista, como soy un poco peronista, un poco comunista y un poco socialista. Lo que no soy es neoliberal”, dijo en una oportunidad el capitalista renegado de Solari. Lo que sin dudas es, un acérrimo defensor de su propiedad. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se terminaron separando por la “propiedad” de la grabación de dos conciertos. Una vez más, los que proponen la colectivización de todos los bienes, terminan teniendo ciertos inconvenientes cuando lo que está en discusión es la propiedad de uno.
Al momento de la separación del grupo en 2001, no se sabía con exactitud la problemática de la dupla Solari-Beilinson. Pero una entrevista del melódico y creativo guitarrista abrió la caja de pandora que terminó deschavando todo. “Todo se terminó cuando nos dimos cuenta de que uno de nosotros se quería apropiar de ese proyecto tan hermoso que fue Patricio Rey, que había nacido como la comunión y el aporte de muchos artistas y no los deseos de uno solo”, señaló Skay. La respuesta del vocalista no se hizo esperar. El kirchnerista, peronista, comunista y socialista, emitió una carta abierta donde aclaró que todo se terminó por dos archivos de video: el del show de Huracán en 1994 y el de Racing de 1998.
Solari no estaba pidiendo la “colectivización” del material en cuestión. Quería tener él también el material que tenían Beilinson y su esposa Poli. “Pedí se hicieran copias para tenerlas a mi guarda y que a su vez sirvieran de protección. Pero extrañamente, el tiempo pasó y siempre esgrimían una excusa. La noche definitiva me puse firme en mi requerimiento y esa actitud desembocó en el rompimiento de la sociedad artística”. Es decir, se terminaron peleando como dos chicos por la propiedad del registro audiovisual de dos conciertos de la banda. Hasta este punto llegó la incongruencia socialista ricotera.
A pesar de la cuestión colectiva a la que Skay y el Indio hacen referencia, a la hora de cobrar las regalías, ellos, a pesar de estar peleados, cobran sus justos y jugosos derechos de autor. Es que la gran mayoría de las canciones están registradas por la dupla Beilinson-Solari. ¿El resto de los músicos? Proletarios explotados, podríamos decir en términos marxistas. El bajista “Semilla” Bucciarelli, que comparte crédito en solamente dos canciones, reconoció en una entrevista reciente que el cantante y el guitarrista terminaron el contacto con él tras la separación del grupo. Deberían haber convocado al resto para repartir la plusvalía, ¿no?