Hoy, la familia de María del Valle González López llora a la joven de 23 años que falleció en Mendoza, luego de someterse a un aborto, recientemente legalizado en todo el territorio de Argentina. Una vez más, lo de “legal, seguro y gratuito” quedó desmitificado. Hay que ser respetuosos en el luto y la tragedia. No convirtamos este suceso en una bandera política, especialmente quienes estuvimos, estamos y estaremos en contra de la práctica en cuestión, aprobada en el país a finales del año pasado.
El caso, que no es el primero, fue visibilizado ya que González López era una dirigente política. Se trataba de la presidente de la Juventud de la Unión Cívica Radical en su ciudad de La Paz. La rama juvenil de la UCR, en disidencia con un sector más conservador de su partido (sobre todo en el interior del país) fue un permanente espacio de militancia en favor de la legalización del aborto en Argentina.
La joven estaba en pareja y cursaba la licenciatura en Trabajo Social en la Universidad Nacional de Cuyo. Falleció ayer en medio de un cuadro de septicemia luego de recurrir al misoprostol, un fármaco legalmente recetado y utilizado para terminar con un “embarazo no deseado”.
González López se había presentado el pasado 7 de abril en el hospital público de su pueblo, el Arturo Illia. Allí manifestó su interés de abortar, amparándose en la legislación vigente. El viernes 11, tras recibir la “medicación”, le contó a su familia que se sentía mal y al día siguiente quedó internada. Murió este domingo, en el Hospital Perrupato de Mendoza.
Aunque sería canallesco utilizar el prematuro deceso de la joven militante radical como justificación política —como sí lo hizo el feminismo “verde” con los nombres y fotos de mujeres que fallecieron tras abortos clandestinos con total impunidad— sí corresponde llamar la atención sobre un asunto en particular. Sin entrar en el debate sobre la vida del niño por nacer, a la que ya he hecho referencia en tantas columnas, ningún aborto es “seguro”. Sabíamos que “gratuito” no era, ya que los pagamos todos los contribuyentes, incluso los que estamos totalmente en contra de la práctica. Pero esta triste noticia también deja en evidencia de que ningún aborto, ni clandestino ni legal, es “seguro” para la mujer que se lo practica.
Esta reflexión es necesaria, dado los términos extremistas y engañosos que el sector verde militó durante las dos votaciones en el Congreso. Se relativizó el impacto de drogas como el misoprostol y se contrapuso una seguridad imaginaria frente a las fatalidades ocurridas en abortos clandestinos. Claro que muchas mujeres mueren en las camillas hasta en partos que parecían normales, de la misma manera que mueren personas en operaciones de rutina de baja y casi nula letalidad estadística. Ninguna operación es 100 % segura y todas las drogas y anestesias pueden presentar complicaciones.
Pero la consigna del aborto “legal, seguro y gratuito”, como advertimos, no fue más que una falacia, que manipuló la información existente durante los debates parlamentarios. El aborto en Argentina no es ni seguro, ni gratuito. Por ahora, es solamente legal.