Nadie puede llamarse a sorpresa. Como ocurrió siempre, toda la vida, el control de precios volvió a fracasar estrepitosamente en Argentina. Desde el inicio de la problemática vinculada con el coronavirus, el peronismo acompañó su “acuerdo” del “Precios Cuidados” por un programa más agresivo de “Precios Máximos”. Aunque no pudieron detener la problemática inflacionaria, las góndolas de a poco se van vaciando de productos y variedad.
Un estudio privado difundido hoy realizado por Focus Market mediante un sistema de “Scanntech” (lector de scanner instalado en 670 comercios de todo el país) reveló que, sobre 1865 productos de consumo masivo seguidos, se ha registrado una merma del 72 % en relación con la variedad de los ítems. A los que hacemos compras usualmente en el supermercado la noticia no nos llama para nada la atención.
¿Qué hay detrás de este fenómeno? Nada sorprendente ni novedoso…al tener que “congelar” los precios, las empresas reducen su porfolio al máximo evitando los productos que le brindaban menor rentabilidad, para no caer en mayores márgenes de pérdidas. Es que muchos de los productos estrella de despacho más masivo son los que se encuentran afectados por la regulación, por lo que el índice de ganancia allí se redujo o, directamente, se eliminó. ¿Hay que ser economista o astrólogo para saber cómo termina la historia?
Si hay un índice que no falla en materia económica es el visual del cliente cuando entra a un supermercado. Los países de economías sanas y pujantes ofrecen una amplia paleta de colores, marcas y formatos a simple vista, cuando la gente ingresa a las tiendas. De a poco, en Argentina las góndolas van perdiendo su variedad y diversidad. Los productos disponibles se repiten de a cientos para llenar los espacios, y con lo que a veces se intercalan es con los vacíos que aparecen donde tendría que haber un ejemplar de “Precios Cuidados”.
El programa que regula los “Precios Máximos” fue prolongado esta semana unilateralmente por el Gobierno y se extenderá, una vez más, por ahora, hasta el 15 de mayo. Las empresas están resignadas y no tienen en lo más mínimo en agenda una eventual liberación de precios. Esperan que, a partir de esa fecha, se “autoricen” determinados aumentos moderados que eviten el desabastecimiento, como un brusco incremento en el índice de inflación.