Lo último digno de la izquierda española data de 2005. Con la aprobación del matrimonio homosexual, y el histórico discurso de José Luis Rodríguez Zapatero, donde dijo que una sociedad decente “es aquella que no humilla a sus miembros”, el socialismo español escribía su última página en la civilización, para convertirse luego en una fuerza retrógrada y populista, digna de América Latina. Hoy, en otra votación histórica, España aprobó la eutanasia.
La derecha, que fue durante estos años el faro de la libertad ante el oscurantismo de la alianza del Partido Socialista y el comunismo de Podemos, paradójicamente adoptó una posición inaceptable desde la perspectiva de la libertad.
Es que la vida es un derecho, no una obligación. Por eso la posición del PP y de Vox en materia del aborto es la coherente, desde una perspectiva que reconoce la dignidad del ser humano. En nombre de esa misma dignidad, un ser humano, que tuvo derecho a nacer y no ser aniquilado en el vientre materno, debería escoger si, en determinada circunstancia, desea terminar con su vida dignamente.
Ni el PSOE ni Podemos son consecuentes, pero tampoco lo son el PP y Vox en este sentido, hay que decirlo.
La derecha ha adoptado varios argumentos a la hora de fundamentar la negativa, incluso apelando a una supuesta política de exterminio, con la finalidad de ahorrar recursos económicos del sistema de salud. ¿A la izquierda van a correrla con ese argumento? La verdad es que no tiene sentido. Lo único que hay detrás de la posición en contra de la eutanasia es la vinculación con la iglesia y el cuidado de un electorado conservador.
“Hoy somos un país más humano, más justo y más libre”, escribió el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Tiene razón. Lo indignante es que la derecha le otorgue esta victoria a una gestión de izquierda paupérrima, que justamente se caracteriza por el desastre vinculado al incremento de la pérdida de libertades. La votación tendría que haber sido por unanimidad, en lugar de darle un buen argumento y una victoria al peor Gobierno que tuvo España en las últimas décadas. Es triste que los cómplices del chavismo en Europa salgan a hablar de libertad, en esta oportunidad, con justos argumentos.
La normativa, que tuvo el apoyo de Ciudadanos, salió con 202 votos a favor y 141 en contra. La misma entrará en vigencia después de tres meses. De esta manera, España se convierte en el cuarto país de Europa en permitir la muerte asistida. Luxemburgo, Bélgica y Países Bajos son los otros tres, que suelen recibir a personas que tienen la necesidad de terminar con su vida de una forma digna.
Nadie está obligado a terminar con su vida si no lo desea. Ningún especialista debería ser forzado a un tratamiento eutanásico si va en contra de sus convicciones religiosas. Pero si una persona decide que sus días deben llegar a su fin, y otra decide colaborar con el proceso, nadie más tiene siquiera el derecho a opinar al respecto. Claro que esto, para ser coherentes en materia de no afectar derechos de terceros, debería ser abastecido exclusivamente por el sistema privado y mecanismos de caridad voluntarios, para las personas que no pueden costearlo. Si alguien que considera que esto va en contra de su fe y no desea financiarlo, debería estar en todo su derecho de no hacerlo. No encuentro otro argumento desde la perspectiva liberal para estar en contra de la eutanasia y el suicidio asistido.
Hoy, España aprobó la eutanasia. España es un país un poquito más libre y digno que ayer. Lamentablemente, la coalición gobernante no tiene más que ofrecer. Esta habrá sido la única excepción de una gestión para el olvido.