El expediente que enfrenta el gobernador fueguino, al que se le acusa de utilizar su puesto de intendente de Río Grande en 2018, para conseguir “favores sexuales” camina muy lento. A los inconvenientes para tomar las declaraciones en medio de la pandemia se suma el secretismo del expediente. Es que el juez Raúl Sahade ordenó que los testimonios no puedan llegar a la prensa, dado lo delicado de la cuestión, enmarcada en un escándalo sexual.
Sin embargo, algunos medios fueron accediendo de manera directa a los testimonios de los obreros que denunciaron al gobernador de la provincia sureña, alineado con el kirchnerismo.
“Un día estaba mal, era el mes de enero, no había trabajo, no tenía un peso. Y cuando uno tiene familia, busca hacer cualquier cosa. Entonces me dijo que fuera a verlo en su departamento, en Anadón 1071. Me fui para ahí pensando en que iba a tener trabajo. Subí, me atendió el señor. Me abrazó, me besó y empezó a hacerme cosas. Me bajó los pantalones y se mandó el miembro en su boca. Yo lo que hice es apartarlo, le dije ‘pará, qué es lo que pasa, yo vengo por el trabajo, no por esto’. Y él me decía entregate, papito, entregate”. Las palabras pertenecen a Alfredo Suasnabar, de 58 años.
El modus operandi, según el resto de los denunciantes, sería similar. También el perfil de las víctimas que supuestamente Melella elegiría. Hombres mayores de 50 años, todos con apremios económicos y necesidad de trabajo urgente. Damián Rivas, de 62, asegura que la municipalidad a cargo del hoy gobernador se había comprometido a ofrecerle un trabajo en el sector de la construcción. Luego de la planificación del mismo comenzaron los problemas. El denunciante afirma que, finalmente, la obra se le asignó a otra empresa y asocia la decisión al hecho de que no se sometió a la extorsión sexual.
En uno de los encuentros donde Rivas le planteó al exintendente que tenía que pagarle a la gente que él había contratado para el trabajo que no se realizaba, Melella no mostraba preocupación por la situación: “Cuando llegué empezó a besarme, a tocarme, a hacerme cosas… Me pedía tener relaciones a cambio de trabajo efectivo. El reclamo del pago que yo le hacía no le interesaba. Me decía ‘papito venite, te extraño’. Yo me ponía re mal. Después por teléfono me mandaba cosas”, señaló.
Pero la pesadilla de Rivas no se terminó allí. Desde que denunció al actual gobernador fue despedido de su empleo y en una oportunidad terminó en el hospital por una paliza que le propinaron 15 personas. “Hice la denuncia pero no sé si viene de parte de Melella o del gremio. El secretario general de la UOCRA acá tiene amistad con Melella. El gobernador tiene un acuerdo con el gremio para darle obras”, resaltó. Según el denunciante, que esta semana ratificó la acusación, la justicia en Tierra del Fuego, en lugar de investigar los hechos se ocupa de hostigar a los denunciantes.
Desde la defensa de Melella insisten con la idea de la “campaña política”. Según el gobernador, su condición de homosexual, que siempre hizo pública, es lo que permitió el supuesto acoso judicial. Por ahora, a pesar de todos los pedidos del abogado que representa a los denunciantes, el juez no llamó al acusado a indagatoria.