“Me han hecho besar la lona”, dijo recientemente Dady Brieva con respecto al acoso que recibe usualmente del antikirchnerismo enfurecido, que lo escracha cada vez que puede. Es que, sin justificar lo injustificable, era cuestión de tiempo para que el odio que sembró el kirchnerismo se le vuelva en contra a los referentes del espacio político de Cristina Fernández y sus voceros.
Aunque el macrismo bobo de las redes sociales, que no tiene mayores capacidades intelectuales que el kirchnerismo tradicional, le achaque al cómico que “vive” de una radio oficialista, lo cierto es que Brieva perdió más de lo que ganó por apoyar al kirchnerismo. Aunque se descubran uno, dos, o diez contratos con el aparato comunicacional K, nada de lo que gane en la actualidad Dady puede compararse a lo que perdió en el largo plazo.
La cuestión económica es solamente una de tantas variables. Al actor, que antes lo abrazaban y besaban por la calle, ahora medio país lo insulta. Consiguió esto por seguir sus convicciones, hay que reconocerlo. Pero lo que debería reconocer él algún día es que esas mismas convicciones tienen sus premisas equivocadas y llevan al desastre. Difícil que lo reconozca, ya que Brieva sufre de lo que podríamos denominar como “peronismo cultural”. Lo suyo es psicológico y afectivo. No es muy probable que pueda analizar desapasionadamente los resultados de los desastres que propone para la economía del país.
En el marco de un nuevo enfrentamiento del Gobierno con el campo, producto de la inflación y del fracaso de los controles de precios, Brieva dejó dos nuevas frases que lo terminaron de alejar del público en general, para condenarlo al núcleo duro del kirchnerismo como único espacio de expresión.
“En momentos de necesidades fuertes como este, con un aumento alimenticio que va de hora en hora, se pone jodido para todos. Para el presidente, para los del campo y para todos los argentinos. Y tampoco los del campo van a ser muy felices cuando toda la muchachada salga a buscar comida. ¿Me entendés lo que te digo?”, aseguró anticipando lo que podría llegar a ser algún escenario de eventuales saqueos.
En su léxico precario a la hora de explicar los problemas económicos, Brieva repite como un loro los argumentos del kirchnerismo: la especulación, el momento de excepcionalidad, las ganancias extraordinarias y los formadores monopólicos de precios. En este sentido, hasta se animó a cuestionar la propiedad privada, por el supuesto manejo del sector agropecuario:
“El problema es que cuando, de alguna manera, el campo o los hacendados manejan los precios, ahí, ya la propiedad privada se pone entre comillas”, manifestó.
La excepción a la regla
Mientras que muchas personas del espectáculo siguen la línea de Brieva, o mantienen silencio de radio con respecto a estas cuestiones, muy pocas excepciones parecen mostrar algo de lucidez en medio del oscurantismo político, económico y cultural de Argentina. Un caso de estos es el de Marcelo Mazzarello. El actor que personificó a “Coco” en el clásico Naranja y Media junto a Guillermo Francella, ya en medio de la cuarentena se animó a manifestarse en contra de la corriente. Mientras que en un panel televisivo, los periodistas manifestaban que el Estado debía “ayudar” también a los actores con subsidios, Mazzarello fue muy claro y resaltó que lo que necesitan es “trabajar” en paz y no recibir “ayudas gubernamentales”. Esta semana, con respecto a la falsa grieta entre macrismo y kirchnerismo, que demasiadas veces proponen las mismas políticas estatistas, el actor manifestó:
“La grieta es entre los que trabajamos y pagamos impuestos y los que viven de los impuestos a nuestro trabajo”. Brieva debería prestarle un poco de atención a su colega. Por ahí entiende algo.