Los centros de detención disfrazados de “centros de aislamiento” por la pandemia de la provincia de Formosa y la impune defensa del senador José Mayans indignaron a una buena parte del país. Claro que es sano que surjan fuertes críticas contra el gobernador Gildo Insfrán y el senador que dijo que “en pandemia no hay derechos”, pero lo cierto es que no es suficiente.
Mientras que la oposición se limita a las tradicionales críticas superficiales, los referentes del espacio libertario en Argentina, Javier Milei y José Luis Espert, fueron más a fondo con la cuestión. En un intercambio con la prensa, Milei asoció el problema de los gobernadores que se eternizan en el poder con “el monstruo de la coparticipación federal”.
“En la Constitución original de Alberdi no existía esa figura y además es una de las tantas aberraciones de la justicia social, que en lugar de hacerlo con individuos lo hace con provincias, pero sigue siendo la misma porquería. Es lo que genera que se hagan del Estado estos delincuentes para reventarle la vida a la gente”, dijo el economista.
Por su parte, Espert pidió la creación de una comisión en el Congreso para analizar si corresponde la expulsión de Mayans del cuerpo y aseguró que la situación de Formosa requiere la intervención por parte del Poder Ejecutivo Nacional.
El problema de las provincias
Aunque la prensa argentina calificó en algún portal como “insólita” la propuesta de terminar con la coparticipación, para evitar los problemas de los gobernadores como Insfrán (que ya todos reconocen que son indefendibles), lo cierto es que el mecanismo redistributivo entre nación y provincias es uno de los huevos de la serpiente que sufre Argentina.
Al recibir por parte del Ejecutivo nacional los recursos económicos, varios gobernadores peronistas dejan de lado la necesidad de inversión privada, ya que viven del Estado nacional. De esa manera, fomentan una dependencia gubernamental en sus provincias, que degenera en un asistencialismo miserable, repleto de personas que reeligen a los mandatarios para comer y mantener las miserables dádivas. Así, los senadores que representan a estos distritos terminan defendiendo cualquier cosa del Gobierno nacional y de los gobernadores que los llevan en las listas.
Estas provincias, lógicamente atrasadas y sin infraestructura, no tienen ningún sistema de salud que pueda hacerle frente a los desafíos de la pandemia. Ante esta circunstancia, y para evitar las críticas de posibles hospitales desbordados, Insfrán eligió el camino del más impune autoritarismo: mantiene a las personas en las “fronteras” provinciales, prohibiéndoles el retorno a sus hogares, y con centros de aislamiento forzoso, donde se llevan a los positivos y a los casos sospechosos de COVID-19 como si fueran delincuentes.
Claro que la corrupción y los abusos de poder son un problema, pero si no se va al fondo de la cuestión, y no se erradican los perversos incentivos que generan estas dramáticas circunstancias, no resolveremos absolutamente nada.