En la jornada de ayer, el Gobierno argentino, mediante el ministerio de Agricultura, le aseguró al sector agropecuario que iría para atrás con una cuestionada medida que había encendido las alarmas de los productores. Finalmente, Alberto Fernández dio la orden de eliminar “de inmediato” las restricciones implementadas por el oficialismo a la exportación de granos de maíz.
Toda la novela fue como una “125” express, que se solucionó en menos de un mes. Esta vez no hubo discusión parlamentaria, movilización del campo ni épica votación en el Senado. Pero terminó parecido: con el kirchnerismo vencido. En esta oportunidad, ante el anuncio de la arbitraria medida, los productores mostraron los dientes y luego de apenas dos días de paro incipiente, el gobierno reculó.
“Quedamos que se levantan las restricciones a las cuotas diarias. Y acordamos también el compromiso de monitorear, el gobierno y el sector privado, que haya saldos exportables suficientes para garantizar el abastecimiento. Con lo cual es una decisión inmediata”, informó el vocero del Consejo Agroindustrial luego de la reunión de ayer.
Pero el papelón fue solamente uno más de los que tuvieron lugar en las últimas horas. Es más, ni siquiera fue el peor. En un tema que poco tiene que ver, pero que mostró la misma improvisación total, Alberto Fernández salió a contradecir a la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, a quien corrigió y desautorizó.
Luego de que la funcionaria expresara que en lugar de dos dosis de la vacuna rusa, el Gobierno implementaría la aplicación de una sola a fin de cubrir a un mayor número de personas, el plan fue abortado casi de inmediato. Tras las críticas de los especialistas y los medios de comunicación (que visibilizaron el sitio web oficial de la Sputnik V, donde no se recomienda lo propuesto por la citada Vizzotti) todo quedó en la nada. “Carla se equivocó”, dijo Alberto Fernández, dando a entender que fue una idea propia de la funcionaria. Claro que esto último es muy poco creíble.
Y quien se sumó en las últimas horas al fuego cruzado dentro del Frente de Todos fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El economista cristinista decidió “marcar la cancha” y, aunque naturalmente sin hacerlo de modo manifiesto, apuntó contra Vizzotti y también contra el presidente Fernández. “Es mentira que el problema de los contagios son los jóvenes”, aseguró el mandatario bonaerense.
En efecto, la tesis de la “juventud irresponsable” era uno de los principales argumentos del Poder Ejecutivo y del Ministerio de Salud. Con esta tesis sobre la mesa, el Gobierno nacional había preparado un decreto que buscaba imponer un toque de queda nocturno, con el objetivo de reducir la circulación de la gente y por ende, del virus. Sin embargo, la ciudad de Buenos Aires, así como las de Córdoba y Mendoza se adelantaron a la Nación y salieron a manifestar públicamente que no acatarían semejante medida. Contra las cuerdas, Fernández fue para atrás y envió a su jefe de Gabinete a hacer un anuncio lavado acerca de una serie de “recomendaciones” que los distritos podrían aceptar o rechazar a voluntad.
En la última semana el Gobierno argentino dudó, reculó, se arrepintió y fue para atrás muchas veces. Si tenemos en cuenta cuál es el frente político que está al mando por tres años más, lo cierto es que tal vez todo eso sea lo mejor que le pueda pasar al país.