En un nuevo aniversario del fallecimiento de Freddie Mercury, los medios de todo el mundo recuerdan su biografía, su historia de vida y sus éxitos. Sin duda que su voz y su cara, sobre todo en la versión de la primera mitad de los ochenta, son el sello de Queen. Es por esto que muchas opiniones, entre la crítica y la audiencia, aseguran que el frontman, uno de los mejores de la historia sin dudas, era el motor principal del cuarteto británico.
Aunque no son pocos los que destacan la importancia del resto de los integrantes, Queen y Mercury son casi sinónimos a nivel mundial. Claro que es imposible imaginar a la banda sin el sonido, las armonías y los arreglos de May, los éxitos de Deacon o la batería de Taylor, que además de la percusión, tanto colaboró con una voz que en vivo se acoplaba a la perfección a la del cantante principal.
Pero aunque los más fanáticos del grupo tengamos varios argumentos bajo la manga, hasta para llegar a defender la teoría osada de los cuatro cuartos, lo cierto es que el fantasma de Mercury pesa cada día más. Hasta opaca los intentos de los miembros que continúan brindando conciertos y giras con el nombre sagrado. “Eso no es Queen”, se escucha decir desde muchos lugares, aunque el último vivo con Adam Lambert haya trepado a lo más alto del chart británico, como en los mejores años.
Uno de los argumentos que podrían esgrimir los defensores de la tesis “Queen banda” es la magra cosecha que levantó en vida el genial cantante sin sus compañeros de ruta. Lejos de Brian, Roger y John, Freddie nunca pudo alcanzar el éxito y reconocimiento que acompañó durante toda la carrera a la banda fundada en 1971.
Aunque el primer lanzamiento como solista técnicamente es el simple editado bajo el seudónimo “Larry Lurex” en 1972, que ni siquiera entró en los charts, el “Mr. Bad Guy” de 1985 es conocido como el debut oficial del cantante. Para entonces, Mercury era una mega estrella. El disco anterior de Queen, “The Works”, editado en 1984 había llegado al número dos en el Reino Unido. Si recordamos que el pop hegemónico había monopolizado la escena, la medalla de plata fue más que digna para una banda que vino del rock duro y supo aggiornarse sin mayores problemas ni perder calidad. Igualmente, el álbum del cuarteto alcanzó el primer puesto en otros rincones del mundo, como en la Argentina.
CBS sedujo con un contrato millonario a la voz de Queen para la producción solista, con la ilusión de que se replique el éxito de Michael Jackson al momento de la independencia de los Jackson 5. El acuerdo fue por dos discos, pero la discográfica, que había vendido al flamante solista como “el hombre éxito de CBS”, llegó a la conclusión que uno era suficiente. El disco tuvo un breve momento en el puesto 6 en Inglaterra y en Estados Unidos obtuvo un pobre 159 en el Billboard 200. Dos meses después del fallido lanzamiento, Mercury se robaba por completo el festival Live Aid. Claro, detrás de él estaban sus compañeros. Aunque el segmento inmortalizado del concierto fue el momento a capela con la audiencia, era un recital de Queen.
Nadie puede negar que el disco en dueto con Monserrat Caballé es un álbum exquisito. Pero la calidad de un producto y el éxito comercial no siempre van de la mano. El lanzamiento original se tuvo que conformar con el puesto 25 del chart. Su relanzamiento, para el año de los Juegos Olímpicos, tuvo un desempeño levemente mejor: número 15. Países como Japón, que se rindieron ante la Reina desde 1975, dejaron al disco en puestos pobres como el 93.
Un año después de “Barcelona”, el regreso de Queen con “The Miracle” le devolvió a Mercury la sensación de ver su disco en el tope de las listas. Claro que el genial músico ya tenía otras preocupaciones. Para 1989, Mercury ya sabía que estaba enfermo de Sida y le quedaba poco tiempo de vida. “En esos días el diagnóstico era una condena a muerte”, dijo Brian May, luego del temprano fallecimiento de Mercury a los 45 años. En varias entrevistas, el guitarrista se lamentó que los tratamientos actuales, que hacen de la enfermedad un problema crónico, pero no necesariamente letal, no hayan llegado a tiempo para su compañero y amigo.
Sin dudas que la carrera solista de Mercury tiene joyas dignas de disfrutar por siempre. Solamente el aporte excepcional de su voz hace que un tema, cualquier tema, sea como mínimo digno de escuchar y apreciar. Pero los números no mienten. Queen es Queen y es más que cada uno de sus miembros. Incluso que su maravilloso e inmortal cantante.