Las imágenes que llegaron hace tan solo unas semanas de Los Ángeles, como de tantos otros sitios en Estados Unidos, eran dignas de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Los saqueos y la destrucción de propiedad pública y privada, en el marco de las protestas del movimiento Black Lives Matter, eran peores que las que se vieron en la crisis de 2001, cuando cayó Fernando de la Rúa en Argentina.
Pero además de los vándalos convenidos de sus acciones, el denominador común a destacar es la utilización política y la manipulación producida por diversos grupos de interés, que aprovechan determinadas situaciones para generar caos y desestabilización política. Los que mirábamos desde el Sur, bastante más acostumbrados a estos desmanes, comenzábamos a comprender el proceso de degradación institucional de la potencia del Norte.
Claro que la clase política tiene mucho que ver con este desastre, que no sabemos en qué momento de la curva está. El Partido Republicano se tuvo que alinear detrás de un presidente mal educado, que echa a los periodistas de las conferencias de prensa, como si se tratara de su célebre reality show, mientras que los demócratas, para contrastar perfil, sucumbieron ante el más burdo y peligroso populismo.
El alarmante avance de la izquierda en el partido de oposición no es nuevo. Bernie Sanders, que luchó hasta el final la candidatura Demócrata la elección pasada, se reconoce a sí mismo como “socialista democrático”. La fórmula actual del espacio, lejos de representar una social democracia moderna, tiene a un anciano, que no sabe dónde está parado, y una vice demasiado ideologizada para las instituciones norteamericanas.
La incertidumbre de un candidato al Ejecutivo, que no se sabe si podrá ejercer su puesto, y una vice problemática, son algunas de las tantas analogías que surgen en comparación a la política argentina. Los argumentos de la dupla Biden-Harris en favor del incremento de ciertos impuestos y del salario mínimo, no hicieron más que confirmar que la podredumbre se posicionó en lo más alto de la política estadounidense.
Pero si algo le faltaba a esta película es el resultado incierto de una elección plagada de sospechas. Denuncias cruzadas, acusaciones de fraude y un resultado que se hace esperar. No en la provincia de Tucumán, sino en estados como Nevada.
La situación es preocupante. Si cae Estados Unidos, cae mucho más que un país. Sucumbe el faro del mundo libre. Hasta el momento, lamentablemente, el planeta no cuenta con otra potencia que pueda suplantarlo. La burocracia de Bruselas y el estatismo de la Unión Europea, también están minando un proyecto que comenzó muy bien, pero que terminó pervirtiéndose. El Brexit (bastante justificado) debe ser el gran llamado de atención al plan que consiguió un período de paz y prosperidad inédito en el viejo mundo, pero que tiene que ser corregido.
Por ahora, lo único que queda esperar es que el resultado, sea cual fuese, despeje todas las dudas. Nosotros deberíamos imitarlos a ellos, no al revés.