Supo ser el mejor jugador del mundo. Brilló en la selección juvenil, en la mayor, en Europa y, casi en soledad, llevó a la Argentina a ganar el campeonato del mundo de 1986 y a la final del de 1990. Luego del retiro tuvo momentos complicados en el ámbito personal, que aunque fueron de público conocimiento, no corresponden al debate popular sino a la esfera privada de la persona. Lo que sí es justo y necesario poner sobre la mesa es su afinidad política con los peores regímenes dictatoriales de la región. Aunque un sector de la prensa lo considera solamente un dato “de color”, los referentes políticos que cuentan con el apoyo de Diego Armando Maradona tienen las manos manchadas de sangre.
Con motivo de las celebraciones por su cumpleaños número 60, el progresismo latinoamericano lo vuelve a homenajear como el referente deportista kirchnerista, castrista y chavista preferido. Sin embargo, el compromiso socialista del excampeón del mundo, además de haber sido siempre redituado económicamente, no tiene más años que el Socialismo del Siglo XXI. Antes de la llegada de Néstor Kircner y Hugo Chávez, “el 10” era un menemista fanático.
Maradona menemista
Cuando Carlos Menem asumió la presidencia en 1989, Maradona fue consultado sobre el nuevo mandatario, al que le deseó mucha suerte. Por esos días, Diego reconocía que Raúl Alfonsín había fracasado y que deseaba que su sucesor tuviera éxito. “Yo quiero que Menem sea el mejor presidente que tengan los argentinos de acá al 3000”, decía el exjugador en el mejor momento de su carrera. Cabe destacar que, para entonces, el plan económico del menemismo era un misterio total y, como suele ocurrir al inicio de los mandatos, la farándula en general suele apoyar a las autoridades electas.
Sin embargo, luego del proceso de estabilización económica, que llegó de la mano de las privatizaciones, la apertura económica y la convertibilidad peso-dólar, Maradona siguió brindando su apoyo al presidente argentino. Hacia la mitad de la década del noventa, Menem había perdido algunos respaldos pero había ganado otros, que le permitieron la reelección en 1995. La izquierda peronista, que lo había apoyado en su momento, le dio la espalda, y también se profundizaron las críticas de los famosos del espacio progresista que lo habían respaldado en 1989. Pero Diego se mantuvo firme en su adhesión al oficialismo y hasta entrenaba con la remera del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, emblema de las políticas reformistas del menemismo.
Por si quedaba alguna duda, el fanatismo de Maradona por el presidente más odiado por la izquierda y el socialismo sobrevivió a los dos mandatos del riojano, a la gestión de Fernando de la Rúa y a la crisis de 2002. Cuando comenzaba la campaña presidencial de 2003, y Eduardo Duhalde impulsaba la candidatura de Néstor Kirchner, Diego se presentó en televisión abierta para respaldar la propuesta del tercer gobierno de Menem.
Algunas de las frases memorables de esa entrevista fueron: “De todos los que hay, me quedo con Menem, sin dudas”, “el hambre se hubiese resuelto con Menem” y “Menem es el mejor”. Al poco tiempo, el mundo lo vio abrazado a Néstor Kirchner y a Hugo Chávez en la cumbre de Mar del Plata con las banderas del Che Guevara, cuyo retrato lleva ahora tatuado en la piel, junto al de Fidel Castro.
La dictadura de Nicolás Maduro supo recompensar el soporte político del astro y lo contrató, con suculentos honorarios, para diversos programas y transmisiones deportivas en TeleSur. La acriz venezolana radicada en Argentina Catherine Fulop lo cuestionó duramente y aseguró que, en medio del drama humanitario de su país, Maradona cobró 4 millones de euros solamente por el programa “De zurda”.
Los tiempos cambian, los años pasan, el talento deportivo se va con la juventud…pero el archivo queda.