Buscó infundir tranquilidad por medio de un discurso aparentemente honesto. Hizo referencia a las cuestiones más complicadas. Trató de brindar algo de certidumbre. Pero no logró nada de todo eso. Una vez más, la presentación de Alberto Fernández no pudo evitar las contradicciones y las falsedades.
O el presidente argentino miente impunemente o está completamente alejado de la realidad. Ya mostró que tiene herramientas técnicas para comprender la situación. Cuando abandonó la jefatura de Gabinete de Cristina Kirchner, el actual mandatario brindó un mapa de situación muy claro, lo que evidencia que no tiene grandes problemas conceptuales. Entiende. Alberto entiende absolutamente todo. Por eso, o está mintiendo descaradamente, o enloqueció producto de la presión y de las complicadas internas del Frente de Todos.
En el marco del coloquio de IDEA, el presidente argentino reconoció la complicada situación que se vive y dijo: «Lo único bueno en medio de tanta tragedia es que ya tocamos el fondo del pozo. A nosotros solo nos queda mejorar». Claro que es positivo que Fernández reconozca la situación actual, pero lo cierto es que podemos estar mucho peor y vamos a estar mucho peor.
Lamentablemente, la lógica indica que no hay ninguna posibilidad de mejora con el plan de Gobierno de esta administración. Todo lo contrario, cuando se levanten las restricciones de la cuarentena en retirada, se correrá el velo de la economía distorsionada. Las reservas negativas del Banco Central muestran que Argentina está más cerca de una hiperinflación que de una mejora gradual.
Dejemos una cosa en claro: nadie quiere que Fernández vuele por los aires y tenga que dejar el Gobierno. La mera idea de su vicepresidente buscando implementar un populismo sin dinero tiene más olor a guerra civil que otra cosa. Que Alberto se haya quedado sin combustible a menos de un año de Gobierno es un problema para todos, oficialistas y opositores.
No podemos negar que el panorama que ofrece es desolador. El mandatario argentino hoy pretendió mostrar que saldremos del problema con un capitalismo «más solidario» y lo único que pudo prometer es que no robará los depósitos en dólares de la gente en los bancos. Si Alberto quiere más solidaridad debería dejar funcionar al capitalismo y permitirle el aumento en la creación de riqueza. Hasta ahora no hace otra cosa que incentivar la desinversión y la salida de empresas del país. Con respecto a su promesa, lo único que logró es que la gente siga corriendo a sacar el dinero de los bancos. La última vez que el Estado promulgó una ley de «intangibilidad de los depósitos» en septiembre de 2001, resultó que en apenas dos meses los argentinos terminaron perdiendo todo.
La historia nacional y la reciente tragedia venezolana confirman que Argentina puede estar mucho peor. De permanecer en este sendero ése será el resultado inevitable. Con cada vez menos esperanzas de que el presidente tenga el valor de hacer lo que debe (enfrentando a un sector de su coalición), lo único que cabe es resignarnos a la catástrofe económica y conformarnos con un reemplazo institucional en tres años, evitando la consolidación de una dictadura.