
El Frente de Todos de Alberto y Cristina Fernández juega al distraído en el peor momento. Mientras crece el descontento con el oficialismo y el peronismo cae en las encuestas, el kirchnerismo no hace otra cosa que redoblar la apuesta. Uno de los ejemplos absurdos más recientes es el de la creación del polémico NODIO: un organismo gubernamental dedicado a “perseguir” la desinformación y la “violencia simbólica” en los medios y plataformas digitales. Ya nadie cree en las supuestas buenas intenciones de las iniciativas autoritarias y solamente los periodistas K absolutamente vinculados con el Gobierno se animan a defender estas monstruosidades.
En la jornada de ayer se vivió otra multitudinaria manifestación popular en todo el país y Alberto sufrió una nueva estocada. Todas las convocatorias durante la cuarentena fueron masivas y la imagen del presidente está cada vez más comprometida. El problema de Fernández es que va quedando solo entre dos frentes: el tema Venezuela lo separó del kirchnerismo duro. Pero al mismo tiempo, su relación y sociedad política con Cristina lo aleja demasiado del público “anti K”. El jefe de Estado jugó, justamente, a no jugar: no tomó partido y puede que ya sea demasiado tarde para él. Por ahora sigue en el cargo y faltan tres años para las próximas elecciones presidenciales y uno para las legislativas. Lo cierto es que en los próximos meses no se ve otra cosa en el horizonte que no sea la profundización de la severa crisis económica.
En las pancartas de las marchas de ayer, se observaron reclamos por la corrupción, la reforma de la justicia, la defensa de la división de poderes, la crítica a la cuarentena extendida y, como siempre, se recordó al fallecido fiscal Alberto Nisman.
La reacción de los políticos
Fernández siguió los acontecimientos desde la Quinta de Olivos y, mientras veía las imágenes, les aseguraba a sus colaboradores más cercanos que nada de todo eso iba a cambiar su agenda. Es decir, no escuchó absolutamente nada.
El que salió a hablar en nombre del Gobierno esta mañana fue el jefe de Gabinete e incondicional de Alberto, Santiago Cafiero. En sintonía con el mandato del presidente, el funcionario buscó restarle importancia a la convocatoria, afirmando que los manifestantes “no son el pueblo”, “no son la gente” ni representan a “toda la Argentina”. En su opinión el país es “mucho más grande” y sin decirlo, trató de irresponsables a los que salieron ayer a la calle. “La Argentina entiende que hay una pandemia y cuida a su familia”, señaló.
Como en las marchas anteriores, Mauricio Macri decidió sumarse al éxito de la convocatoria. Sin publicar nada en Twitter durante dos semanas, con las calles colmadas de banderas, el expresidente se refirió a las “movilizaciones pacíficas” que muestran “coraje” y “convicción”.
Queridos argentinos: las crecientes movilizaciones pacíficas, el coraje y la convicción de las personas que las acompañan, son la demostración de que a pesar de nuestros problemas actuales tenemos que ser muy optimistas respecto a nuestro futuro.
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) October 12, 2020