Desde el intento de copamiento del cuartel de La Tablada (provincia de Buenos Aires) en enero 1989, en Argentina la frase “golpe de Estado” no estaba tan presente en el debate político nacional. Ni siquiera se debatió esto en el último golpe, ocurrido en diciembre de 2001, que dicho sea de paso, la historia oficial todavía ni reconoce como golpe en sí. A medio año del retorno del peronismo y del Gobierno de Alberto Fernández, desde varios sectores se insiste con la idea del golpe. Para algunos sería militar, para otros político y no faltan los que hablan del “autogolpe”. Más allá de todas estas versiones cruzadas y contradictorias, el posible enfrentamiento entre el presidente y su vice (que para otros no existe, ya que los encuentran aliados) es una de las preocupaciones políticas más importantes del país.
La curiosa “valkiria argentina”, que recuerda la fallida operación del coronel von Stauffenberg contra Hitler, de existir, es mucho menos épica. Digna de producto de mala calidad “industria nacional” de un país con sustitución de importaciones y proteccionismo exacerbado. Pero al menos es pintoresca. Para seguirla de afuera, claro. Para vivirla de adentro, la experiencia argentina cada vez es más desgastante.
“El triunvirato maoísta del Río de la Plata”
Estos debates comenzaron puntualmente desde el principio de la cuarentena por la COVID-19. Para el exlegislador porteño y analista de mercados Carlos Maslatón, el 20 de marzo de este año el presidente Fernández, junto al intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, se atribuyeron la suma del poder público. Según la proclama política que lanzó a las redes sociales la última semana, al no declarar el Estado de Sitio, y gobernar como si estuviera vigente, el Gobierno se convirtió en una “dictadura”, producto de una especie de autogolpe. Maslatón convocó a la ciudadanía a desobedecer las normativas oficiales, a ignorar la cuarentena y a pagar todo “100 % barrani”, es decir, en “negro”, sin pagar impuestos.
Golpe militar y antes de las elecciones de 2021
Seguramente, por venir de un expresidente (y del partido gobernante en la actualidad), las advertencias que más revuelo generaron fueron las de Eduardo Duhalde. El dirigente peronista dijo que la situación en Argentina es tan dramática, que antes de las elecciones legislativas del año próximo, el Gobierno sufriría un “golpe de Estado” a manos de las Fuerzas Armadas.
El Ejército tomó distancia y repudió sus dichos y el oficialismo aseguró que sus palabras no tenían sentido. Sin embargo, muchos analistas aseguraron off the record que las palabras de Duhalde fueron un torpe intento de apoyo al mismo Alberto Fernández. Algo así como una advertencia sobre una situación complicada, sobre todo por la alianza con el kirchnerismo. Fue de público conocimiento que, una vez que asumió el presidente actual, el veterano referente peronista lo visitó para dejarle una advertencia: que aniquile políticamente a Cristina, ya que si no lo hace él, lo hará ella.
Las dos denuncias de “golpe” de Carrió
La actitud de Sergio Massa, de sesionar de forma virtual en la Cámara de Diputados con el protocolo vencido y sin acuerdo con la oposición, hizo que Elisa Carrió asegure que Argentina sufrió un “golpe institucional”. Con las mismas palabras se expresó el diputado de Cambiemos Fernando Iglesias, quien también advirtió que el Gobierno estaría llevando al país en “el camino a Venezuela”. El legislador macrista fue uno de los diputados que impulsó en Twitter el hashtag #NoAlGolpeDeMassa la última semana. En las últimas horas, Carrió volvió a insistir con la cuestión del golpe, pero haciendo referencia a la supuesta interna del oficialismo: “Cristina está ejerciendo para voltear al presidente. Ella quiere el dominio”, aseguró. Para la socia de Mauricio Macri, en Argentina “el vicepresidente debe estar para respaldar al presidente y acá está para dominarlo y doblegarlo”. Según Carrió esa situación “es un golpe”. No son pocos los que evalúan un escenario de quiebre en el peronismo y que la oposición sea la que deba salir a socorrer a Alberto contra el kirchnerismo para llegar a 2023 y entregar el mandato. Por ahora queda para el análisis y la opinión si Lilita está respaldando al jefe de Estado o si está fogoneando las divisiones del justicialismo.
El kirchnerismo también denuncia “golpe suave”
Desde el espacio de Cristina Kirchner no hay ninguna referencia a la grieta interna con el peronismo tradicional. Ellos manifiestan una unidad y un apoyo incondicional al presidente, que no todos los analistas políticos compran. Incluso, en las últimas horas, han llamado a respaldar a Alberto y su autoridad, ante la amenaza de un “golpe suave”. El encuestador K, Artemio López, aseguró que los reclamos salariales de la policía bonaerense no son más que una estrategia de desgaste impulsada desde el macrismo y los medios de comunicación, como Clarín. En una entrevista con Daniel Tognetti, el moderador supuestamente se confundió e hizo referencia a un “levantamiento militar” en lugar de “policial”. López aprovechó la situación y dijo que no había error. “Está muy bien, la metáfora es correcta”, señaló.
En Argentina el clima político está demasiado enrarecido. Conviven sospechas cruzadas de “golpes” del oficialismo a la oposición, de la oposición al oficialismo e incluso dentro del mismo Gobierno. Lo que es un hecho y no admite discusión es que el Frente de Todos (unido o quebrado) está absolutamente perdido y no puede ofrecer ninguna de las respuestas que prometió en campaña. Lo mejor que puede pasar es que todo se mantenga dentro de la poca institucionalidad que queda y que en las elecciones legislativas del año próximo surja una oposición renovada, que esté a la altura de las circunstancias para ofrecer un plan de Gobierno en 2023, para lo que quede en pie entonces.