
El clima político en Argentina está revuelto. La interna del Gobierno es complicada, la actitud de la oposición es demasiado tímida y lo único que faltaba era el retorno de una de las agrupaciones guerrilleras que bañaron de sangre el país en los años setenta. Luego de varias décadas de su disolución, Montoneros emitió un comunicado oficial y se volvió a colar en las noticias de un país en el que puede pasar cualquier cosa.
Con el título “Murieron para que la patria viva”, un grupo de firmantes homenajeó a Fernando Abal Medina, en un nuevo aniversario de su muerte. El guerrillero fallecido hace cincuenta años fue el encargado de fusilar al expresidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, luego de secuestrarlo en su domicilio con un grupo de tareas, ademas de participar en diversas actividades delictivas. Su última “operación” fue el primero de septiembre de 1970, una semana antes de su muerte, en el asalto a una sucursal del Banco Galicia, donde sustrajo $36 mil dólares. Murió de un disparo en el pecho luego de un enfrentamiento con la policía, que había advertido su presencia y su identidad falsa en las cercanías de un bar de la provincia de Buenos Aires.
“Los Montoneros hemos mantenido y mantenemos diversas diferencias políticas. La profunda discusión política interna a lo largo de 20 años, en circunstancias de extrema necesidad, no permitió alcanzar siempre los consensos deseados”, dice el comunicado emitido en la jornada de hoy. El documento es duro con el expresidente Raúl Alfonsín, al que consideran un vocero de la teoría de “los dos demonios”. Es decir, el reconocimiento del terrorismo de Estado de la última Junta Militar, pero también las atrocidades cometidas por las agrupaciones guerrilleras, que buscaban implementar una dictadura socialista.
En un segmento del texto, la organización, hasta ahora extinta, “honra” la memoria de “los compañeros caídos” y reivindica la “justicia social y la defensa de los bienes comunes”. El segmento es digno de atención, ya que el Gobierno peronista actual tiene serias diferencias sobre la ocupación ilegal de terrenos que son propiedad privada. De la misma manera que difieren dentro del oficialismo sobre la situación en Venezuela, las tomas son para algunos “una necesidad”, mientras que para otros “un delito”.
Firmaron el documento el mismo Mario Firmenich, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Perdía y otros dirigentes de primera línea de la organización.
En diálogo con el escritor Nicolás Márquez, el autor de La mentira oficial advirtió que Montoneros, en su documento, reconoce la “guerra civil” que se desarrolló en el país. Sin embargo resaltó que la intermitencia, a la que hace referencia la organización de Firmenich, aplica solamente para Montoneros, ya que organizaciones guerrilleras como el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) mantuvieron su acción de manera constante durante esos años. En su próximo libro, el autor argentino aseguró que analizará al detalle una de las principales falacias de las organizaciones armadas: la excusa de la acción subversiva durante los Gobiernos de facto. “Ellos no eran militantes alberdianos, que luchaban para reinstaurar la Constitución, como la Carta Magna habilita. Su causa armada era para instaurar una dictadura que cambie para siempre la vida de los argentinos. Ese argumento es una payasada”, señaló Márquez.