El progresismo siempre usa de ejemplo a los países nórdicos a la hora de justificar altos impuestos y presencia del Estado. No tienen ni idea de lo que pasa allá, claro. Aunque por ese rincón del mundo se vive con gran libertad económica, mucho respeto a la propiedad privada y la asistencia gubernamental se hace mediante subsidios a la demanda en lugar de la oferta, el estatismo latinoamericano sigue justificándose con esos (malos) ejemplos. Cuando lo hacen frente a las cámaras pasan papelones.
Eso le pasó al presidente argentino, Alberto Fernández, que a la hora de declarar de “bien público” a las telecomunicaciones (para fijar y “congelar” los precios) citó a los ejemplos que más respeta en el mundo y que le sirvieron de inspiración para la medida. “Admiro cómo funciona el Estado en Noruega y Finlandia y en esos dos países estos son servicios públicos”, dijo el jefe de Estado, confiado en la información que le dieron sus asesores.
No pasó mucho tiempo para que el gobierno finlandés emitiera un protocolar pero duro comunicado, contradiciendo los graves errores del presidente argentino:
“El mercado finlandés en general se basa en la competencia abierta entre sus actores, lo que propicia un clima de mayor elección y precios competitivos para los consumidores. El objetivo del Gobierno es crear un entorno de mercado que brinde nuevas oportunidades de negocios, promueva las exportaciones y aumente la línea de servicios”. En el parte de prensa, las autoridades de Finlandia, aseguraron que si bien existe legislación para facilitar el acceso general a los servicios públicos, no hay absolutamente nada parecido a un control de precios o las locuras que hacemos constantemente los argentinos.
No es el primer papelón durante la pandemia
Hace unas semanas, las autoridades de Chile también tuvieron que salir a dejarle las cosas en claro al improvisado y pésimamente asesorado Gobierno argentino. En una de las tantas extensiones de la cuarentena, Fernández aseguró ante los medios —al poner a su gestión como ejemplo— que del otro lado de la coordillera la tasa de fallecidos por COVID-19 era 98,5 por cada 100 mil habitantes. Como ocurrió con Finlandia, el embajador de Chile en el país, Nicolás Mockenberg, aclaró en redes sociales la información falsa de Fernández.
“Debo rectificar error en información publicada por la Casa Rosada en reciente punto de prensa. La tasa de fallecidos en Chile es de 3,5 por 100 mil habitantes”, señaló el diplomático. Los medios argentinos chequearon la información y le dieron la razón al funcionario chileno.
Axel Kicillof, gobernador de Buenos Aires y aliado al presidente, en uno de los partes oficiales, para justificar las restricciones en territorio bonaerense, aseguró que lo que pasa en su provincia no es una excepción en el mundo. “En Barcelona rige una cuarentena estricta”, dijo a finales de julio. La historia terminó igual. La Embajada de España en Argentina emitió un comunicado de prensa donde aseguró:
“Ante ciertas informaciones que han circulado en el día de hoy, la Embajada de España quisiera aclarar que, desde que el 21 de junio se levantó el estado de alarma, ni Barcelona ni ninguna otra parte del territorio español están en cuarentena, ni estricta ni de ninguna clase”.