Los medios argentinos relataron la historia de manera emotiva y la vendieron al lector en paquete y con moño. El lector desprevenido puede tomarla como viene y “comprar el buzón”, como se dice por estos pagos. Mucho más si se le agrega música acorde, que acompañe la emoción del relato tan particular.
Lamentablemente es todo una falacia de dimensiones norcoreanas. No porque la historia sea falsa, sino porque está plagada de inocencia e hipocresía. El inocente es el protagonista del video, que le contó su historia al presidente, Alberto Fernández. El doble discurso y la falacia fue toda cortesía del jefe de Estado.
Esta noticia remite directamente al caso de la verdulera emprendedora del Norte, pero la intervención de Fernández no hace más que agigantar las contradicciones detrás del emprendedor peronista.
De un lado está Ezequiel Masson. Músico, desempleado de su último trabajo…un argentino más en una delicada situación económica. Con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que el Gobierno otorgó en medio de la cuarentena de 10 mil pesos (80 dólares, aproximadamente), el joven de Bahía Blanca invirtió en materia prima para cocinar en su domicilio y vender pastas y pizzas. Con la máquina de amasar de su abuela, Masson se puso a trabajar y logró ubicar sus productos gastronómicos con éxito.
“Esto es un milagro. Todo va marchando muy pero muy bien. Hace 48 horas veía la cocina tan grande y ahora me queda chica. De tener mucho tiempo, pasé a no tener tiempo de pensar, de estar preocupado… pasé a ser feliz”, festejó en sus redes sociales.
El éxito del emprendimiento lo llevó a grabar un video para Alberto Fernández, al que agradeció la “ayuda”, como si se tratara del dinero del bolsillo del mandatario. Cabe destacar que los fondos que está manejando el Gobierno ni siquiera pertenecen al Tesoro ni son ahorros de un pasado de prudencia fiscal. Son papelitos de colores recién emitidos por el Banco Central que generarán un rebrote inflacionario ni bien se levante la cuarentena y todas las distorsiones actuales.
Alberto, emocionado, le contestó el video. “Ojalá que puedas aprovechar de la mejor manera esta ayuda que te damos y que pronto puedas volver a lo tuyo”, manifestó el presidente.
Pero el emprendedor peronista sabe que está en falta. No paga ningún impuesto y por eso le aseguró a los medios que está averiguando como hacer los trámites legales y hasta dijo lo que le gustaría aportar al fisco:
“Quiero hacer las cosas bien, por derecha. En lugar de vender cada pizza a $200, las vendería a $250 para cumplir con los impuestos y así el Gobierno podrá seguir ayudando a otras personas como yo”.
Aquí es donde la cuestión pasa de emotiva a penosa. El pizzero peronista tiene la ilusión que en Argentina se puede emprender formalmente con buena predisposición, trabajo y una tajada “razonable” del 25% para el Estado en materia tributaria. Solamente con el IVA ya hablamos del 21% y ese es el último tributo en cuestión. En peronia hay una maraña impositiva cruzada imposible de 166 impuestos.
Si Ezequiel piensa emprender formalmente, como el Estado dispone y el peronismo fomenta, para empezar, tiene que tener el capital para comprar o alquilar un local. Su casa para la burocracia no es apta para la actividad comercial gastronómica que desarrolla. Esta barrera de entrada ya lo dejó fuera de juego. Con las reglas de Alberto, Ezequiel no puede ni arrancar.
Si desea abrir un negocio, con todas las de la ley, debería vender su casa (en el caso que fuera suya) como para empezar a hablar. Los empleados registrados con una imposible legislación laboral y todos los otros impuestos abusivos, imposibles de cumplir si uno quiere ver una mínima ganancia, harían que su venta de comidas no sea más que un sueño utópico.
Para el esquema del peronismo, lamentablemente, Ezequiel no tiene derecho a emprender y debe conformarse con un magro salario en relación de dependencia, cuando pueda conseguirlo en un futuro, si la suerte lo acompaña.
Fernández, al grabar su respuesta, debería meditar al respecto. Si sus felicitaciones son sinceras y piensa que el joven tiene derecho a trabajar y a tener una vida digna, debería impulsar mañana mismo una reforma fiscal y laboral para ser mínimamente coherente. Sino debería mandarle la policía, los inspectores de bromatología y la agencia recaudadora de impuestos para terminar de joderle la vida al muchacho.