“Es una respuesta la preocupación del mercado”, justificó Alberto Fernández ayer, luego de confirmar la intervención y el proyecto de expropiación de Vicentin que el oficialismo enviará al Congreso. “El mercado”, lejos de encontrar paz y tranquilidad con la iniciativa respondió como era de esperar: las acciones argentinas en Wall Street cayeron hasta un 9 % en la primera jornada luego del anuncio del manotazo, ¿o debería decirse del “salvataje”?
El riesgo país, que venía mermando ante la expectativa positiva de un acuerdo por la deuda, volvió a subir un 3,5 % y los bonos emitidos bajo la ley local Bonar 2020 y 2024 registraron caídas. Mientras tanto, oficialismo y oposición comenzaron el juego que advertimos la noche del pasado lunes desde PanAm Post.
“No está en la cabeza de ninguno de nosotros andar expropiando empresas”, dijo esta mañana el presidente argentino. Su ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que lo acompañó ayer en el anuncio, también salió a decir que de ninguna manera esto es una señal estatizante que indique que el actual Gobierno prefiera al sector público sobre el privado.
Ni lentos ni perezosos, desde la oposición desenterraron a Hugo Chávez, para advertir sobre los riesgos de la actual política del peronismo: “El anuncio de hoy muestra una clara intención de avanzar con la participación estatal en empresas, a pesar de haber sido desmentida por el Presidente Fernández en Formosa. Hoy nadie dijo el famoso ¡exprópiese! chavista, pero la oposición y la ciudadanía debemos estar en pie de alerta”, señaló un comunicado de Juntos por el Cambio.
En el mismo texto, la oposición señala que, a partir de ahora, todas las empresas deberían temer a la hora de recibir una “ayuda estatal”, como ocurrió con Vicentin, ya que luego podría venir la estatización. Pero la comunicación del macrismo es tan parcial como el discurso oficial. A ambos espacios le conviene esta discusión tuerta.
Lo que no dicen los macristas
Si el expresidente Mauricio Macri deseaba “cambiar” el modelo del kirchnerismo, además de reducir el déficit fiscal, lo que debería haber hecho era liquidar, entre otras cosas el Banco Nación, propiedad del Estado argentino. Pero como no liquidó la banca municipal cuando estuvo de intendente en Buenos Aires, tampoco fue parte de la agenda nacional. No solamente mantuvo la estructura de bancos estatales, sino que no “bancó” en su gerencia al único economista razonable que tuvo en su gestión: Carlos Melconian.
Al asumir la Presidencia, Macri confió en el ala política keynesiana que propuso el fallido “gradualismo” (que en realidad fue “continuismo”) y relegó a Melconian al Banco Nación. Pero las críticas del economista, al que se le negó el ministerio por sus advertencias debido al déficit y la falta de reformas, fueron demasiado para tenerlo dentro del Gobierno. Así se fue y su cargo pasó a manos de Javier González Fraga.
En su período, Vicentin recibió millones de dólares en créditos de dudoso retorno. Este escándalo fue visibilizado por el kirchnerismo, pero la estatización de la empresa ahora sorprendentemente silencia y tapa todo el asunto. ¿Casualidad?
Hoy el macrismo se limita a igualar al oficialismo con el chavismo venezolano, pero, por un lado evita el mea culpa sobre el defalco de su gestión y, por otro, se beneficia con que se termine el debate de estos préstamos dudosos y créditos estatales irresponsables o corruptos. Todas estas cuestiones muestran que el “salvataje” no es principalmente para los empleados de Vicentin. Con ellos, que pasan a ser empleados públicos, se salvan los dueños que vaciaron la empresa y los funcionarios del macrismo.
¿El Estado para qué quiere a la empresa?
Si los Fernández y los Kulfas del Ejecutivo no tienen el problema ideológico del kirchnerismo duro, al que le fascina la idea de estatizar al sector privado, ¿para qué se quieren comprar el problema de una mega empresa que pasará a depender del Estado nacional, que no puede lidiar con lo que ya tiene? Acá aparece la cuestión siempre vigente: el déficit fiscal y la necesidad imperiosa de divisas que pueda calmar la constante emisión monetaria del Banco Central.
En lo que va del año, las liquidaciones agropecuarias cayeron un 23 % en relación con el 2019. La merma de los dólares del campo ha impactado indudablemente en los últimos saltos del tipo de cambio. Por estos días, los productores, que temen otra devaluación, están reteniendo los granos expectantes por lo que puede pasar. Nadie los puede culpar, ya que además de los altos impuestos cabe recordar que ellos tienen el dólar oficial y los tipos de cambio diferenciado, lo que no es más que otro saqueo encubierto.
Vicentin es uno de los jugadores grandes del mercado, pero más allá de la supuesta intención de salvar los empleos y tener una empresa “testigo” en el sector, lo que quiere hacer el Gobierno es arbitrar la exportación agropecuaria y garantizar las divisas que el mercado (lógicamente) le reserva. Cabe destacar que la empresa en vías de expropiación tiene un gran alcance, pero no llega a acaparar el 10 % del mercado. A esto hay que sumar la actitud de los productores, que a partir de ahora tendrán que decidir si desean seguir operando con la compañía estatal o si buscan otras opciones.
¿Qué debería estar discutiendo Argentina?
Los temas que deberían estar presentes en la agenda, y lamentablemente no lo están, son varios. Para empezar la existencia de los bancos estatales, culpables y ni mencionados en este escándalo. Luego la cuestión del déficit fiscal, que es lo que está detrás de todo esto. Sin la necesidad imperiosa de divisas por parte del Gobierno, probablemente nada de todo esto hubiera pasado. Pero finalmente lo que más tendría que preocupar a la opinión pública es la influencia del kirchnerismo duro.
Aunque sea cierto que Fernández y Kulfas no tengan en mente un programa de expropiaciones chavistas, lo cierto es que muchos socios del Gobierno del lado de los K sí fantasean con esa idea. Y si el Poder Ejecutivo sigue haciendo estupideces, como ponerse a jugar al empresario, lo cierto es que todo puede volar por los aires en cualquier momento.
Si Argentina sufre una crisis que se lleva puesto a Fernández, cabe recordar que no hay oposición ni plan de gobierno alternativo. Dios nos libre y nos guarde del espacio político de la vicepresidente. Ella puede estar pensando en sus causas judiciales y con la cabeza en otra cosa, pero sus dirigentes, que pueden ser hoy minoría en la coalición peronista, están esperando el momento adecuado para ir por todo.